Arte

Se puede decir que el arte mapuche es síntesis de dos importantes tradiciones: la prehispánica y la hispano-europea. En él se plasman su ideología y cosmología y por ser tradicional, el arte es traspasado de generación en generación. Su reconocida orfebrería en plata (rutran) se desarrolla con la llegada de los españoles, incorporando la fundición artesanal, pero conservando el laminado con que se confeccionaban los antiguos adornos en cobre. Las joyas en plata pasaron a formar parte del atuendo típico de la mujer mapuche y un elemento importante de la dote matrimonial: cintillo de cadena (trarilonko), aros (chaway, upul), pectorales (trapelakucha, sikil, runi, llol-llol), prendedores (akucha), alfileres para sujetar los mantos de lana (tupu, ponzon), así como las cintas para la cabellera en cuero o tejidos con remaches de plata. En este metal también se confeccionaban los aperos para el caballo, donde destacaban la belleza de herrajes, espuelas y estribos. Los tejidos también son parte fundamental de la representación de la identidad mapuche. Colores y diseños se combinan según usos y significados tradicionales de este pueblo para crear mantas (makuñ) y fajas (trarihue), alfombras (pontro), cobertores y bolsos de lana. La producción cerámica, por su parte, destaca por sus vasijas (metawe) con decoración modelada, que propone formas asimétricas que asemejan animales, como el pato, la gallina y el sapo. Importante también es el tallado de maderas nativas, de alta duración y belleza, como roble, laurel, raulí, alerce y coihue. Con ellas se producen desde utensilios domésticos (bateas, platos, cucharas) hasta objetos de carácter ritual como el kollong (máscara), el rewe (poste ceremonial chamánico) y el chemamull (troncos tallados que rematan en amplias cabezas de funcionalidad funeraria). Menos conocida es la cestería, en la que se fabrican cestos firmes y tupidos que sirven para contener, trasladar y lavar alimentos y aventar granos. Dentro del arte mapuche, es necesario incluir también la música y la danza en los que, a través de instrumentos como el kultrun y la trutruka, se ambientan ritos que expresan la cosmovisión y que festejan los ciclos vitales de este pueblo.