Los artesanos Moche lograron piezas maestras tanto en cerámica, tejido, y orfebrería. Su estilo característico abarca los más diversos materiales, como las calabazas pirograbadas, la pintura mural, el arte en plumas, y la pintura corporal y el tatuaje. La decoración de la cerámica demuestra una maestría en el trabajo alfarero pocas veces superado, recurriendo a las técnicas de inciso, bajorrelieve mediante estampado y la pintura en superficies lisas. Parte importante de estos objetos eran realizados en talleres especializados controlados por el estado, en los cuales se confeccionaban piezas en serie realizadas con moldes. Estas vasijas no sólo muestran una gran variedad de formas y estilos decorativos, sino que además ostentan representaciones de mitos y rituales. Destacan entre las formas cerámicas las llamados «botellas retratos» o vasijas donde está retratado el rostro de alguna personalidad importante dentro de la sociedad. En ellos se puede observar con sumo detalle los rasgos faciales característicos, el uso de pintura facial o tatuajes y el uso de complicados tocados. Esta capacidad «retratista» de la alfarería Moche también se puede observar en las representaciones de escenas posiblemente cotidianas o en las escenas eróticas, así como también en las efigies que muestran jorobados, ciegos, labios leporinos y otras enfermedades. En la orfebrería, trabajaron con maestría metales como el oro, el cobre y la plata, con los cuales realizaron orejeras, narigueras, brazaletes, cuentas de collar, pinzas y herramientas de distinto tipo. Destaca el tumi o cuchillo ceremonial que muchas veces era portado sólo por las autoridades.