Entre las plantas nativas cuyas semillas fueron una rica fuente de alimentación en América y de los primeros cultivos industriales instalados en el Viejo Mundo, se encuentran el girasol y el maní. El girasol o maravilla (Helianthus annus) se cultivaba en Tabasco, al norte de México, hace 4500 años. Los aztecas le llamaron chimalxochitl o flor de rodela o escudo. Desde allí se habría difundido hacia el sur y oeste de América del Norte. De sus semillas se obtenía harina, aceite y pigmentos y se aprovecharon sus cualidades medicinales. Además fue objeto de veneración vinculado a las deidades solares aztecas y otomíes, probablemente debido a la condición heliotrópica que poseen sus grandes inflorescencias. Los colonizadores españoles introdujeron esta planta en Europa principalmente por razones ornamentales con evocadores nombres que aludían y recordaban la belleza de las Indias Occidentales: “flor de sol”, “sol de las Indias” o “mirasol”. Recién durante el siglo XVIII comenzó en Rusia su cultivo industrial para consumo humano, obtener aceite, alimento y forraje para los animales. Hoy en día, las “pipas”, como se les llama a las semillas tostadas, son un aperitivo o snack tradicional en los Estados Unidos y en gran parte de Europa.



































