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“Una mirada desde el buen vivir”: 43 familias del altiplano peruano son retratadas en conmovedora exposición

Las vidas, quehaceres y afectos de 43 familias del altiplano de San Miguel de Alpaccollo en Puno, Perú, serán transportadas a los transeúntes del Portal del Museo Precolombino en la exposición Una mirada desde el buen vivir.

La muestra documental se compone de 27 fotografías de Marcelo Arriola, que forman parte del proyecto “SUMAK KAWSAY” “KUME MOGEN” “Construyendo caminos de soberanía y seguridad alimentaria con identidad cultural”.

La iniciativa, implementada desde septiembre de 2016, es una invitación a escuchar al otro desde una cotidianeidad marcada por el sentido profundo de lo comunitario, lo que se refleja no solo en los cultivos sino también en la ritualidad y celebraciones que le acompañan. Con ella, además, se promueve el diálogo y se fortalecen los saberes de crianza, lo que incrementa las posibilidades de soberanía y seguridad alimentaria de las familias.

“Con esta exposición, el Museo ofrece un quiebre en la realidad cotidiana de las miles de personas que pasan por su Portal diariamente. Es una invitación a darse cuenta y reflexionar que esta sociedad en que vivimos no es la única posibilidad. Las fotografías de Marcelo Arriola abren una puerta a darnos cuenta de otras formas de relación con el ambiente y con las personas. En la inmensidad del altiplano, los seres humanos siguen viviendo como lo hicieron siempre, en armonía con la naturaleza y trabajando en comunidad para su subsistencia. Uno de los objetivos del Museo es que las personas conozcan la riqueza de los pueblos americanos, que sus maneras de vivir y de entender el mundo no se extinguieron con la invasión europea, por el contrario, siguen vivas en muchos pueblos y lugares del continente. Esta exposición nos enseña que aún es posible vivir y trabajar comunitariamente y lo hace con una fotografía profunda y hermosa”, afirma Claudio Mercado, jefe del área de Patrimonio Inmaterial del Museo Precolombino.

Marcelo Arriola, fotógrafo de la exposición, pasó más de dos meses conviviendo con las 43 familias involucradas en el proyecto, experiencia marcada por el cariño, la gratitud y la cordialidad. “Mi trabajo fotográfico tiene que ver con cómo ellos se sienten viviendo en la montaña, cómo transitan su cotidiano con alegría, con un interés comunitario hacia los otros, cómo es la comunidad, cómo van desarrollándose a medida de todo lo que les hace falta. Es un trabajo comunitario y se ve perfectamente cómo lo realizan y lo van compartiendo en sus asambleas, junto a los problemas que van encarando día a día. Eso es lo que he plasmado en las fotos, la belleza en la que viven envueltos continuamente”, expresa.

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Marcelo Arriola y la comunidad aymara de San Miguel de Alpaccollo.

Este proyecto, implementado por Corparaucanía, cuenta con el apoyo de Fondo Chile, iniciativa conjunta de la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AGCID) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

“Para la AGCID es muy importante participar de esta iniciativa en Perú, ya que a través del trabajo que realiza Corparaucanía, gracias al Fondo Chile en alianza con el PNUD, llevamos la Cooperación Sur-Sur a terreno, y de forma descentralizada, entre nuestra Región de La Araucanía y la Provincia de Puno. Además, lo hacemos de forma sostenible, junto a las comunidades de un país latinoamericano y a la vez tan cercano, eje esencial de nuestra Política de Cooperación Internacional”, asevera el Embajador Juan Pablo Lira, Director Ejecutivo de AGCID.

Daniel Schmidt, presidente de Corparaucanía, añade que “la oportunidad que nos ha brindado Fondo Chile para participar en contextos de interculturalidad nos permite valorar nuestra experiencia regional como entes articuladores entre lo público y lo privado, marcando además, un hito en cooperación internacional para nuestra institución. La cotidianidad en el altiplano no deja de sorprendernos, nos habla de autonomía, austeridad, de un diálogo permanente, de mucho respeto con el otro, de saberes ancestrales que se siguen cultivando y que acompañamos con especial dedicación desde La Araucanía. La muestra fotográfica sorprende y cautiva, en cada una de sus fotos”.

La exposición Una mirada desde el buen vivir estará disponible de manera gratuita en el Portal del Museo Precolombino (Bandera 361, Santiago).

Marcelo Arriola: «Esta exposición es un reflejo de cómo una comunidad vive de su tierra»

Marcelo Arriola es fotógrafo independiente, especializado en lo social y cultural. Después de trabajar en la dirección de arte de cine y publicidad en Barcelona, decidió dedicarse tiempo completo a su verdadera pasión: la fotografía, lo que lo llevó a viajar por Europa, África, Asia y América Latina y a ingresar a la carrera de Antropología en la Universidad Nacional de Córdoba, con el objetivo de profundizar sobre el valor documental de las imágenes.

En una visita a la Escuela Intercultural Trañi-Trañi en Temuco conoció al antropólogo Eduardo Pino, coordinador del equipo de Corparaucanía. Ahí nació la invitación que lo hizo formar parte del proyecto “SUMAK KAWSAY” “KUME MONGEN“Construyendo caminos de soberanía y seguridad alimentaria con identidad cultural”, iniciativa conjunta de la Agencia de Cooperación Internacional de Chile (AGCI) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que trabaja con 43 familias de la comunidad aymara de San Miguel de Alpaccollo en Puno, Perú.

En Una mirada desde el buen vivir, su primera exposición en Santiago, Marcelo captura la experiencia de más de dos meses de convivencia en el altiplano, marcada por el cariño, la gratitud y la cordialidad.

¿Cómo comenzaste a interesarte por la fotografía?

Mi hermano mayor era aficionado a la fotografía. Cada vez que se iba, dejaba su cámara en su habitación y yo iba y se la robaba y jugaba a ser fotógrafo. Con el tiempo tenía mi cámara propia, estaba estudiando cine en Bacelona y los tiempos libres que tenía los aprovechaba para salir y viajar por cualquier parte tomando fotos. Hasta que me di cuenta de que quería que eso se trasladara a algo más cotidiano, no que tuviera pequeños hitos después de cada proyecto. Llevaba más de nueve años trabajando en el departamento de arte de películas y en publicidad y tomé la decisión de dejar eso para conectarme con las fotos.

Tus fotos están basadas en las personas y en su cotidianidad. ¿Cómo fuiste creando tu mirada fotográfica?

Viene del hogar. Lo social, dentro de mi familia, está súper marcado. Mi padre es adoptivo y siempre quiso hacer lo mismo hacia otros niños. Durante más de 20 años nos proponía a nosotros, sus hijos, que fuéramos a compartir momentos con niños distintos, hasta que en un momento uno de esos niños se quedó a vivir con nosotros. Lo social siempre ha estado, la mirada puesta en el otro, en qué necesita el otro para estar mejor, para tener un mejor pasar. Eso me abrió una ventana y me ha brindado aire fresco, completamente. A partir de ahí, en los 11 años que radiqué en Barcelona, me di cuenta de que allí había muchísimos temas que atravesaban lo social. Había fábricas ocupadas en las que me metía para saber qué pasaba con esas personas en esos momentos en que quizás estuvieron juntando chatarra en la calle. Y en los viajes, comenzó a despertarme muchísimo interés la posibilidad de compartir experiencias con personas que viven en otros entornos culturales, que su cotidiano era completamente diferente. Relacionarme con el otro ha sido mirarlo como una fuente de conocimiento, pensando siempre en qué podemos aprender del otro.

¿Cuánto tiempo pasaste en Puno y cómo fue esa experiencia?

En la primera instancia me quedé dos meses viviendo en la comunidad, a 3.850 metros de altura, con 43 familias. Luego, durante el año, estuve regresando en varias oportunidades y compartiendo más tiempo. Fue una experiencia increíble, siento que tengo 43 familias en el altiplano. Cada vez ha sido más bello el contacto con ellos, nos escribimos, varias posibilidades se han dado para que me elijan de padrino las familias, tenemos una cercanía realmente muy sana. Los acompañé en todas sus tareas cotidianas, no como un investigador ni nada sino que viviendo como se vive en el altiplano, siendo un compañero de sus momentos y compartiéndolos con ellos, yendo al cerro, buscando a los animales. Yo trabajaba con mi cámara en todo lo que era su cotidiano, sus momentos de siembra, de cosecha, en el pastoreo con sus animales, los niños como ejercen su tarea después que vienen del colegio, como ayudan a sus papás en el campo. Me integré completamente y eso siempre se recibió muy bien. Hubo un periodo, obviamente, en que yo era un completo extraño y no venía nadie a visitarme. Al principio me costaba un montón entrar y hacer una foto, porque en esa foto no se veían las cosas que a mí me gusta ver. Era una imagen más dura, si no sabían ni quién era yo. Y claro, después con el tiempo, me iba a jugar el fútbol con ellos, participaba en todo, en las asambleas quincenales, en los cumpleaños, el aniversario, bailaba, estaba dentro del programa de la comunidad. Era uno más. Soy una persona que se entrega a todo y creo que cuando uno tiene esta particularidad de ser así, sensible, e interesarse por el otro, en un momento dado se abren todas las posibilidades y las puertas.

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Marcelo y la comunidad aymara de San Miguel de Alpaccollo.

¿Qué fue lo que más te llamó la atención sobre las vidas de estas 43 familias aymara y cómo se refleja en tus fotos?

Lo que más me llama la atención de poder compartir con ellos es la simpleza con la que viven. Es gente muy trabajadora, que mantiene un conocimiento ancestral de la tierra desde épocas de sus abuelos. Son familias que viven con una austeridad impresionante y que tienen una sonrisa continuamente, te hacen sentir que la vida en el campo es distinta. Uno vive en la ciudad que tiene otras connotaciones, pero cuando permaneces en estos lugares, acompañado de estas personas, logras ver que con lo que tienen están súper bien. Para mí fue un antes y un después el contacto, la información que he tenido de todo lo que ellos me enseñaban. Mi trabajo fotográfico tiene que ver con eso justamente, con como ellos se sienten viviendo en la montaña, con recursos escasos, como transitan su cotidiano con su alegría, con su interés comunitario hacia los otros, como es la comunidad, como van desarrollándose a medida de todo lo que les hace falta. Ellos tienen su propio presidente, su propio teniente, se va rotando la seguridad de la comunidad, van paseando por todos los cerros viendo que no ingresen de otras comunidades con animales o que no ande gente tomando cosas que no les corresponden. Es un trabajo comunitario y se ve perfectamente como lo trabajan y como van compartiendo en sus asambleas los problemas que van encarando día a día. Eso es lo que he plasmado en las fotos, la belleza en la que viven envueltos continuamente.

¿Cómo dirías que este trabajo se vincula con otros que has realizado?

Es muy diferente, porque si bien las imágenes que he estado haciendo anteriormente tienen una connotación social, como esta fábrica ocupada en España, normalmente trabajo un poco los espacios en mi mirada personal y con los pueblos originarios, salvo con la escuela mapuche en Temuco, otro trabajo no había hecho. Esto es un antes y un después, porque me va a brindar herramientas y conocimientos para saber dónde hacer un mejor foco. Tengo ganas de continuar y de seguir desarrollando cosas que tengan que ver con Latinoamérica. Amo Latinoamérica y en Argentina no estoy haciendo tantas cosas como aquí en Chile, entonces hay algo que le debo al país, a la gente, y me gustaría poder enfocarme en eso.

¿Qué esperas sobre la recepción del público?

Me gustaría que las personas aprendieran de cómo se organiza esta comunidad. Creo que ellos son un reflejo de cómo una comunidad vive de su tierra, cría a sus animales, desarrolla a sus niños, porque los niños estudian pero también están ayudándole a la par a los adultos en la siembra, en la cosecha. Es un aprendizaje enorme de cómo puede vivir una comunidad aymara a 3.850 metros de altura, cómo organiza su sistema social, su sistema legal y cómo eso cada uno lo puede tomar como propio. Y poder exhibir en un espacio como el Precolombino, donde se cuidan las culturas, es una bendición enorme. Espero que las personas puedan visitar la exposición y llevarse ese conocimiento de este pueblo que vive en una simplicidad enorme pero que tiene un corazón muy grande y que a mí me ha tratado como si fuese un hijo.

La exposición Una mirada desde el buen vivir se exhibirá en el Portal del Museo Precolombino (Bandera 361, Santiago). Entrada liberada.

Entrevista y foto: Oriana Miranda

La mirada de Claudio Pérez

«Le tengo pánico a los vuelos porque tengo miedo de desaparecer”, dice Claudio Pérez, todavía con desasosiego, en su departamento en el centro de Santiago. Su trabajo como fotógrafo comienza con la dictadura, los detenidos desaparecidos y la denuncia de las violaciones a los derechos humanos. En ese contexto surge el proyecto El amor ante el olvido, una serie de fotografías de madres portando las fotos de sus hijos desaparecidos.

Pese al miedo, Claudio se embarcó en cuatro viajes y cuatro internaciones (Arica interior, Iquique interior, Antofagasta interior y Copiapó interior) para fotografiar el Camino del Inca en el desierto de Atacama. El resultado de aquel trabajo es Qhapaq Ñan – Atacama, exposición que, luego de su paso por el GAM, se exhibirá en el Museo Precolombino entre el 22 de junio y el 15 de agosto.

¿Por qué surgió el interés de registrar el Camino del Inca?

El norte es una gran pasión. Siempre he estado física, mental y visualmente atraído por el norte, por el desierto. Es un lugar mágico, un lugar para encontrarse consigo mismo. Además, hoy tengo familia en el norte: mi compadre Mario Mamani Ramos y mi comadre Norma Mamani Mamani me pidieron ser el padrino de su hija Constanza. Ya es una cuestión familiar, y para un fotógrafo que una comunidad indígena te abra las puertas y te quiera, es un honor, yo no tengo más que agradecerles.

Cuando el Qhapaq Ñan se declaró patrimonio de la humanidad yo dije tengo que hacer algo con esto. Presenté un proyecto Fondart para hacer un registro fotográfico documental de estos lugares. El proyecto fue aprobado y duró dos años (2016 y 2017). Como fotógrafo, uno siempre tiene esta cosa del viaje, de lo desconocido, de verlo con los propios ojos y documentarlo, certificar. Con un pequeño clic tú constatas, dejas un documento. Eso es invaluable, en cien años más este registro va a tener otro valor, o en 50 o en 10. Yo soy de la escuela de ir a buscar, indagar, sentir, oler, pisar con los pies, como decía Roland Barthes, dejar un certificado de presencia. Y estaba esta idea de caminar el desierto, toda esta aventura del hombre. No era San Pedro de Atacama con todas las comodidades que hay hoy día. Nosotros recorrimos el despoblado de Atacama, donde no hay pueblo, no hay nada, no hay ni moscas. Nos metimos donde no hay nada ni nadie. Teléfono satelital en una camioneta con muchos repuestos, con mucha bencina, porque si te quedas ahí el próximo habitante lo encuentras a 150 kilómetros. Caminando, te mueres. Era una aventura, una exploración, un viaje a lo desconocido para pensar en lo que el chaski, mensajero de los inca, veía. Los chaskis venían de Cusco hasta el Maule, e iban haciendo postas: cada 25 kms. se cambiaban y se pasaban los quipus donde llevaban las cuentas y los recados. Esta aventura en la selva, en Machu Pichu, era mucho más agradable; los caminos siguen intactos allá porque los siguen usando y porque hay agua, hay selva de altura, frutos. Pero en el desierto de Atacama no hay nada.

¿Qué significó para ti fotografiar desde la mirada del chaski?

Lo más importante es que tenemos tanto que aprender de las otras culturas. Que nosotros, el mundo blanco occidental, no le agradecemos a nada ni a nadie. El viaje, la comunión, el compromiso, como dice mi compadre, la reciprocidad, hoy por ti mañana por mí. Devolver la mano. La cosmovisión andina tiene mucho de eso. Y también ver que están totalmente abandonados. Todo lo que se prometió con el Qhapaq Ñan famoso, de todo lo prometido, no existe nada. ¡Nada! Todos prometieron el cielo y la tierra; de Socoroma hasta Peine, las comunidades tienen el mismo relato. Ellos abrieron las puertas, les dieron información a los arqueólogos, a los geógrafos, a todos los que hicieron la investigación para presentarse por el lado chileno ante la Unesco y que el Qhapaq Ñan fuese declarado patrimonio de la humanidad. Ellos les dieron toda la información, los llevaron donde están los caminos, les mostraron, compartieron, ingenuamente tal vez, con la promesa de que se iban a limpiar los caminos, a hacer un circuito turístico que ellos iban a manejar. Hasta el día de hoy no hay nada. Entonces yo llegaba a las comunidades y me decían pero para qué viene, si los que vinieron ya no vinieron más. Este país sigue la misma política de siempre: el abandono; ellos siguen siendo prometidos y abandonados. Mi deber es trabajar con la memoria de este país y esto hace parte de la memoria de este país y de la humanidad.

¿Cómo se refleja la cosmovisión andina y, al mismo tiempo, la modernidad en tus fotos?

Tiene que ver mucho con el imaginario de uno, con todas las cosas que uno lleva dentro. Pero también creo que está marcado el color, el color da un quiebre, la contemporaneidad, porque hay fotos que parecen antiguas aunque son de este año. Por ejemplo, aparece una tumba rosada, color magenta. Es fantástica, kitsch. Eso es maravilloso para uno, un trabajador visual, uno que ve y con ello interpreta el mundo. Hay también una animita que es un auto. Por otro lado, están ellos bailando arriba de las tumbas en una ceremonia, en el cementerio, porque en cada fiesta ellos van a agradecerles a los antiguos y a estar con ellos, con sus abuelos, tocando, cantando, tomando cerveza, dándole a la Pachamama. Nosotros no hacemos eso.

¿Con qué se encontrará el público en la exposición Qhapaq Ñan – Atacama?

La cosa no es hacer buenas fotos, la cosa es hacer un buen relato. Ahora, si hay buenas fotos y un buen relato, fantástico. Esta exposición se divide en cinco relatos. En el primero, hay retratos que van desde las cejas hasta la mitad de la boca, en un cuadro cerrado. Es la mirada del chaski moderno, el de hoy, los herederos de la mirada de los antiguos. Antiguamente la iglesia católica, más los españoles y los gobernantes chilenos de la época, le cortaban la lengua a los indígenas para que no hablaran sus lenguas y se dijeran cosas. Ese es un poco el simbolismo de estos retratos. Ellos nos miran, nos siguen mirando, nos enfrentan y nos interpelan, a nosotros los blancos occidentales acomodados. En medio de los retratos va a haber unas cartografías aéreas: líneas en el desierto, marcas que tomé desde el avión. En otra pared habrá fotografías panorámicas en blanco y negro, que hablan del camino, la arquitectura y los cerros. Al centro de esta sala junto a mi compadre Mario Mamani que vive en la frontera entre Bolivia e Iquique, vamos a construir una apacheta de un metro y medio de altura. Frente a ella habrá un muro con fotografías del mundo andino: ceremonias, lugares extraños, lugares que por donde uno pasara había cosas locas, modernas, mezcladas con ceremoniales del mundo andino. El sincretismo religioso del mundo andino, esta cosmovisión del lugar. Atrás de ese muro se va a proyectar un documental de 10 minutos sobre la aventura que hicimos al despoblado de Atacama. El relato de esa película se está haciendo en quechua, que es el idioma oficial de los incas, y no va a haber subtítulos en español. Lo vamos a dejar en español escrito en las paredes, para que la gente que quiera saber vaya a leerlo. Esa es la exposición, pero en la parte de arriba va a haber grandes mapas, que son los que el geógrafo de nuestro equipo rayó, y vitrinas que contienen piedrecitas y cosas del mundo andino.

La mirada de Raúl Molina

Raúl Molina, geógrafo y doctor en Antropología, fue parte del equipo de exploradores del desierto, desempeñándose como guía en terreno e intérprete de los caminos. Además, es autor de los dibujos de campo y mapas que serán visibles en la exposición Qhapaq Ñan – Atacama.

¿Cuál fue el principal desafío de recorrer el Qhapaq Ñan?

En el norte, entre Socoroma y Collahuasi, regiones de Arica-Parinacota y de Tarapacá, muchas veces tuvimos que buscar fragmentos del camino inca. Allí, el camino que unía tambo con tambo, estaba borrado por el desuso y/o la acción de las lluvias altiplánicas, el viento y la colonización vegetal. Otras veces, en pequeños tramos, presentaba reutilizaciones coloniales, como caminos troperos y mejoras recientes, no era diáfano su diseño como las descripciones clásicas que se conocen del Qhapaq Ñan. El camino era más difuso y los textos arqueológicos a veces no eran precisos para encontrar algunos tramos, debido a la escala de los mapas de representación. Sin embargo, en el Alto Loa, el Salar de Atacama y el despoblado de Atacama, el camino del inca era observable, la impronta de sus huellas estaba bien marcada y su recorrido fue favorecido por reconocimientos y estudios anteriores realizados por miembros del equipo para casi toda su extensión. Esto permitió llegar hasta sus coordenadas, aunque a veces la geografia y la topografia nos deparaban algunos extravíos o simplemente la luz del sol sobre nuestras cabezas nos escondía el camino, que se apreciaba con hendiduras y bien marcado a horas de la mañana y especialmente al acostarse el sol.

Quizás, el mayor desafío como expedición fotográfica fue recorrer entre Copiapó y Peine, los casi 450 kilómetros del despoblado de Atacama, desierto pleno. Este tramo en su mayor parte lo hicimos acampando en pleno desierto, bien provisionados de agua, abrigo y combustible y acompañados de numerosa cartografía topográfica, que nos permitió adivinar donde estábamos y que rumbos seguir. Estos instrumentos fueron esenciales para las navegaciones, muchas veces adentrados en partes ignotas. El viaje por el camino  del inca en el despoblado de Atacama lo dividimos en dos expediciones: la primera de Copiapó hasta el Tambo Cachiyuyito, al norte de El Salvador, y la segunda desde Tambo Cachiyuyito hasta Peine. Fue entonces cuando nos adentramos al corazón y el estómago del desierto de Atacama, por parajes solitarios y mayormente desconocidos para muchos.

En esta exposición, ¿qué se refleja tanto de su mirada como de la mirada de los chaskis hace cientos de años?

La mirada del chaski y la que vimos, -que Claudio refleja en la fotografía y yo en los dibujos-, quizás no ha variado sustancialmente en la geografía. Allí, el camino inca traza su huella por un paisaje de características muy similares al de la actualidad: el desierto, las pampas y llanos, las laderas de serranías y quebradas telúricas profundas, los relieves geológicos cuyos cambios son imperceptibles para el ojo humano. El inca vio allí una geografía sacralizada, los cerros les sirvieron para la capacocha y las cumbres de los volcanes, para ofrendas. También vio los andenes y el riego funcionando y la mano de obra indígena trabajando en los centros mineros y fundiciones. Organizó el espacio y la mano de obra local o trasladada, en la mita minera, la agricultura y la ganadería. Quizás, donde existió un tambo para reponer las fuerzas y el alimento, hoy vimos tambos modernos como los restaurantes camineros en Zapahuira. Donde el inca estableció centros mineros, hoy vemos grandes tortas de desecho de mineral, como en El Salvador, y donde tuvo grandes producciones de alimentos, vemos zonas rurales despobladas y cultivos abandonados. El Camino Inca se conserva de muy buena manera en tramos largos y distantes, en otros motoniveladoras lo usaron como línea para hacer un camino ancho para empresas mineras. En siglos anteriores quedaron sobre este las huellas anastomosadas de los arreos de animales a las salitreras. Pero también, encontramos tramos prístinos muy bien conservados y casi intactos a lo largo del desierto.

El trabajo fotográfico del camino del inca fue un desafío importante para cada uno de los integrantes del equipo. Claudio buscó la luz de la madrugada, la luz del atardecer, la del medio día y la que proyecta la luna cuando está en el zenit para hacer las fotografías. En mi caso busqué registrar momentos y paisajes con el dibujo y la acuarela, trate de capturar la inmensidad del desierto y el trazado del camino incaico. En la fase final contamos con la valiosa compañía de Mario Mamani, quien compartió la amistad y manejó en complicados caminos de parajes del desierto. Mamani, en los Hitos o Mojones de Vaquillas, realizó la ceremonia final de pago a los cerros y la tierra, agradeciendo la protección y compañía del desierto. Con ella, concluimos el trabajo fotográfico y los registros a lápiz.

Entrevista y foto: Oriana Miranda

Taller de Telar de Cintura Andino

Con motivo de la exposición temporal Taira, el amanecer del arte en Atacama, en este taller se aprenderá a utilizar el telar de cintura, la milenaria tecnología andina para el tejido

Esta iniciación en telar de cintura permitirá a sus participantes seguir tejiendo piezas de diseños simples, además de ser una base para continuar explorando en técnicas avanzadas como brocados, ikat, laboreos de urdimbre y gasas. Se realizará todo el proceso: diseñar, armar lizos, tejer y hacer terminaciones, para tejer un cinturón, que es desde donde se ancla el tejedor al telar.

El taller de Telar de Cintura Andino será impartido por María Patricia Romero, experta en rescate de técnicas textiles tradicionales, y está basado en investigaciones etnográficas realizadas en México y Perú, donde a partir del uso continuo de esta tecnología se han logrado piezas de gran belleza y complejidad.

Cupos: 10 personas (máximo)
Dirigido a: todo público mayor de 15 años, con interés en tejidos tradicionales, con o sin conocimientos previos. Es recomendable no tener lesiones en la espalda
Fechas y horarios: Sábado 7 de abril de 14:00 a 18:00, 14, 21 y 28 de abril de 15:00 a
18:00.
Duración: Cuatro sesiones
Valor: $80.000 por persona. Incluye materiales, inscripción a la biblioteca del Museo por un año y certificado de participación
Consultas: Carla Díaz al correo cdiaz@museoprecolombino.cl

REVISA EL PROGRAMA DEL TALLER DE TELAR DE CINTURA ANDINO

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Taller Taira: de la piedra al barro

El taller Taira: de la piedra al barro, impartido por la arqueóloga Varinia Varela, la ceramista María Jesús Tardones e Ignacio González, ceramista y músico, permitirá aprender sobre la iconografía del sitio arqueológico de Taira y conocer distintas técnicas decorativas utilizando engobes.

Orientado a un público interesado por el conocimiento de la tecnología alfarera y la iconografía precolombina, el taller permitirá descubrir qué minerales generan qué colores y formular engobes para aplicar distintas técnicas decorativas, como esgrafiado, mishima y estarcido. Incluye un recorrido por nuestra exposición temporal Taira, el amanecer del arte en Atacama.

Cupos: 15 personas (máximo)
Fechas y horarios: desde el sábado 21 de abril al sábado 12 de mayo, de 10:00 a 13:00
Duración: 4 sesiones
Valor: $83.000. Incluye materiales, inscripción a la biblioteca del Museo por un año y certificado de participación
Consultas: Carla Díaz al correo cdiaz@museoprecolombino.cl

REVISA EL PROGRAMA DEL TALLER TAIRA: DE LA PIEDRA AL BARRO

INSCRÍBETE EN EL TALLER TAIRA: DE LA PIEDRA AL BARRO

La propuesta intercultural del área de Educación del Precolombino

Con el objetivo de apoyar a los docentes que trabajan en establecimientos educacionales con alta matricula de niñas y niños migrantes, el área de Educación del Museo Precolombino creó el programa América Precolombina: capacitación docente en Interculturalidad, implementado a fines de diciembre en una capacitación a profesores y profesoras de Colegios SIP.

El proyecto, patrocinado por Fundación Larraín Vial, es uno de los más ambiciosos del área de Educación del Museo Precolombino, pues al trabajar con profesores insertos en el sistema escolar, busca tener un efecto multiplicador.

«La capacitación tuvo un doble valor para los profesores: por un lado, les permitió vincularse con nuestra identidad americana, lo que se traducirá en las clases en una puesta en valor de nuestra herencia, pero por otro lado, les permitió reconocer el museo como espacio vital en el proceso educativo de los estudiantes. Como Red nos interesa generar lazos profundos con espacios culturales relevantes, como el Museo Precolombino, comprendiendo que la formación de los estudiantes se da tanto fuera como dentro de la clase», afirma Javiera Awad, coordinadora de Gestión Cultural de la Red de Colegios SIP.

“Desde la Fundación LarrainVial buscamos hacer un aporte a la educación, entregándole herramientas a los profesores para que puedan ir mejorando la experiencia de aprendizaje de sus alumnos. Con este propósito, hace dos años establecimos una alianza con el Museo Precolombino para llevar a cabo este programa, que ha sido implementado con el sello de excelencia y seriedad que caracteriza al Museo. Estamos muy felices del desarrollo e impacto que ha tenido, siendo altamente valorado por todos quienes han participado. Este año los beneficiarios fueron los colegios SIP, quienes mostraron interés por el tema y un alto compromiso por traducir lo aprendido por los profesores en acciones concretas para sus alumnos”, explica Francisca Medeiros, gerente de Fundación LarrainVial.

Los conceptos de cosmovisión, la discusión de raza y etnia y el fenómeno migratorio actual son algunos de los temas tratados en este programa, desarrollado por Rebeca Assael y Carla Díaz, jefa y coordinadora del área de Educación del Precolombino, respectivamente, con el apoyo de la socióloga Romina Gajardo y Gabriela Acuña, coordinadora pedagógica del área de Educación.

¿Cómo y cuándo comenzó a gestarse este proyecto?

El programa América Precolombina: capacitación docente en Interculturalidad, tiene sus orígenes hace ya cuatro años, en un encuentro de circunstancias particulares. Por una parte, la incipiente área de Educación veía que el patrimonio americano que albergaba el Museo podía aportar a la comprensión del fenómeno migratorio que se venía desarrollando con fuerza en nuestro país, entendiendo que América ha sido siempre un espacio en el que la diversidad cultural tiene un valor en el desarrollo y permanencia de sus sociedades. El Consejo Nacional de la Cultura (CNCA) de la Región Metropolitana ratificó esta necesidad, señalándonos el gran desafío que representaba para los docentes trabajar en establecimientos educacionales con alta matricula de niñas y niños extranjeros y por ende con una gran diversidad. En ese momento surge la idea de trabajar con profesores y profesoras para entregarles contenidos sobre América Antigua, enriqueciendo no sólo sus conocimientos sino que aportando herramientas para el trabajo en aula desde una perspectiva intercultural y contemporánea.

¿Qué diferencia a este programa de otras capacitaciones realizadas por el área de Educación del Museo Precolombino?

La misión del Museo Chileno de Arte Precolombino es acercar a las personas a las raíces de su historia, ese compromiso es una convicción. El área de Educación, además, busca que el Museo sea  reconocido como un espacio de educación diferente y continuo, poniendo en relevancia el patrimonio cultural americano que albergamos, desde una mirada contemporánea que facilite su apropiación. El área mantiene varios programas específicos orientados a las necesidades de nuestros distintos públicos, como son los establecimientos educacionales, artesanos, artistas visuales, entre otros. El programa América Precolombina: capacitación docente en Interculturalidad es, sin embargo, uno de nuestros proyectos más ambiciosos, pues pretende tener un efecto multiplicador. Los y las docentes con los que trabajamos son profesionales ya insertos en el sistema educacional, que intentan resolver una problemática real acercándose a un enfoque que, además de tener un vínculo con el patrimonio, se construye desde la interculturalidad y la inclusión, entendiendo estos últimos conceptos como la apertura al diálogo desde la equidad con la diferencia para la convivencia.

En este sentido, tenemos claro que los conocimientos, saberes y herramientas que se le entregan a los docentes pueden beneficiar a cientos de niños y niñas que viven en la región desde el sensible tema de la identidad, y es por eso que la capacitación llevada a cabo con la red de Colegios SIP, gracias al patrocinio de la Fundación LarraínVial, fue una gran oportunidad para trabajar con un equipo docente que trasciende la individualidad de un establecimiento educacional, y que por lo tanto, nos permitió conocer y apoyar proyectos colectivos que afectan a una comunidad de mucho mayor envergadura.

¿En qué contenidos son capacitados los profesores? ¿Cuáles son los conceptos más importantes con los que se trabaja?

El objetivo de la capacitación es que los docentes adquieran competencias conceptuales, procedimentales y actitudinales para ampliar y renovar su visión de América Precolombina, revalorizando su legado patrimonial desde la diversidad que representa. En ese sentido, los conceptos o problemáticas claves que deseamos trabajar abordan una mirada crítica de América para cuestionar la simplificación y la exotización de las expresiones culturales de los pueblos originarios; la construcción de una nueva apreciación de la identidad americana a partir de temáticas contingentes como el género, la discriminación y la noción de persona, entre otros;  acercando a los docentes al enfoque de educación intercultural y su expresión concreta en el aula, considerando las posibilidades del currículum educacional vigente y explorando nuevas alternativas.

¿Qué se quiere aportar con este programa de capacitación en la formación y trabajo en el aula de los profesores?

Nuestra intención es que los profesores y profesoras que asisten a la capacitación, por una parte, amplíen y profundicen sus conocimientos sobre América Antigua; y por otra, que a partir de la reflexión en torno a la diversidad cultural y sus vínculos con el patrimonio americano, logren cuestionar y redefinir el lugar desde el cual crean y piensan su ejercicio en aula. Esto implica el inicio de un proceso profundo, en el análisis de las propias categorías sobre América y la diversidad en el presente. Desde allí, el próximo paso es la elaboración de actividades concretas para el trabajo con los estudiantes, desde un enfoque que considere los conceptos propios de América precolombina, no sólo desde una perspectiva del contenido (por ejemplo, hablar de Inkas, Aztecas o Mayas de manera evidente), sino desde las habilidades y actitudes que hoy inspiran la formación ciudadana desde la colaboración, la escucha empática y el posicionamiento personal activo e informado frente a las diferencias.

A través de los profesores capacitados, ¿qué conocimientos se espera generar en los estudiantes?

La experiencia en el programa se encuentra dirigida a docentes de todas las asignaturas desde la interdisciplinariedad, siendo esto parte de nuestro enfoque en la diversidad, por lo cual los conocimientos que pueden ser entregados a los estudiantes variarán según la perspectiva personal y profesional del docente. No obstante, algunos conocimientos transversales que esperamos puedan llegar a las niñas, niños y jóvenes se relacionan con la valoración de la identidad y patrimonio americano desde su vínculo con nosotros y nuestro cotidiano; el aprendizaje respecto a principios comunes con la formación ciudadana actual en torno al diálogo, la equidad, y la empatía en su relación no sólo entre personas, sino en términos ecológicos; el conocimiento matemático, tecnológico y científico en el quehacer de América Antigua y su comprensión estética e iconográfica.

¿Cuándo se realizará la próxima capacitación?

Para este año 2018 tenemos proyectado realizar cuatro capacitaciones, dos el primer semestre y dos el segundo. Durante el primer semestre trabajaremos con docentes de la región Metropolitana a través de una convocatoria dirigida por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y con docentes pertenecientes a establecimientos educacionales de la I. Municipalidad de Santiago. El segundo semestre, por primera vez trabajaremos desde la formación inicial con estudiantes de pedagogía de una importante universidad y finalmente repetiremos la gratificante experiencia con otro grupo de profesionales de la red SIP de Colegios, contando nuevamente con el significativo apoyo de la Fundación LarrainVial.

¿Cómo un docente puede postular a estas capacitaciones?

Pueden postular profesores y profesoras de colegios de la Región Metropolitana. El Museo no selecciona a los participantes, sólo los recibe, por lo que los docentes deben estar atentos a las convocatorias. Los colegios de la comuna de Santiago pueden postular a través de la Municipalidad, mientras que los establecimientos de otras comunas deben hacerlo a través del CNCA (hoy Ministerio de las Artes, las Culturas y el Patrimonio).

Texto: Oriana Miranda

Sandra Yáñez, presidenta de la Comunidad Indígena Atacameña Taira: “Querer el patrimonio, cuidarlo y respetarlo, nos hace crecer como personas”

Sandra Yáñez es la presidenta de la Comunidad Indígena Atacameña Taira, que junto al Museo Chileno de Arte Precolombino organiza la exposición temporal Taira, el amanecer del arte en Atacama. “En la sala audiovisual pude ver y sentir Taira, aquí. Fue extraordinario”, explica emocionada. A su juicio, las expectativas de la Comunidad sobre el trabajo con el Precolombino están más que satisfechas. “La mejor persona que pudo haber hecho este trabajo, el único, es José Berenguer. Estamos felices, esto es un sueño que se concluyó y que se hizo con las personas idóneas”, afirma.

¿Por qué decidieron constituirse como comunidad?

Nos constituimos en noviembre de 2003 más que nada por un tema formal. Nosotros ya llevábamos una vida de comunidad, con tradiciones, costumbres y ritos ceremoniales, pero no estábamos constituidos formalmente. Sin embargo, la existencia de la comunidad es muy antigua, nuestros tátara tátara abuelos conocieron Taira. Nunca hemos salido del valle; yo nací ahí y mi abuela era partera, entonces la mayoría de nuestra generación tuvo la oportunidad de nacer en Taira.

¿Cómo conocieron a José Berenguer?

Yo no estuve cuando él llegó a Taira, porque creo que ni siquiera había nacido. Él llegó hace muchos años y el primer contacto lo tuvo con mi abuela y con mi abuelo. Mi abuela era muy de piel, de conversar, y él se hizo amigo de la familia. Yo puedo decir que José Berenguer no es solamente un arqueólogo, es uno más de nosotros porque conoce a la gente de allá. Él se hizo muy amigo de mi madre y de la comunidad en general, nos conoce prácticamente a todos. La mejor persona que pudo haber hecho este trabajo, el único, es José Berenguer, porque es el único arqueólogo que ha trabajado tanto en Taira. Nosotros estamos felices, esto es un sueño que se concluyó y que se hizo con las personas idóneas. Yo siempre digo que las cosas pasan por algo y todo va marcando hitos. Mi abuela y mis tátara abuelos podrían estar orgullosos de lo que está pasando en el Museo Precolombino, lo que se está mostrando, porque es parte de lo que ellos han cuidado tanto, del legado que nos dejaron. Que la gente pueda vivenciarlo, conocerlo, y que se exponga de esta forma aquí en Santiago es traer un poco de Taira aquí, a un lugar que está lleno de cemento. Es maravilloso.

¿Qué distingue a los habitantes de Taira?

Lo más lindo es que nuestros abuelos nos han traspasado sus creencias, sus rituales, esta cosmovisión que tiene nuestro pueblo. Y creo que lo más importante es que eso lo pudieron transmitir a nuestra generación y nosotros tenemos el deber moral de replicarlo. Ahora, la pregunta es de qué forma podemos tener esa influencia en nuestros hijos y traspasar este legado a nuestras futuras generaciones. Nosotros crecimos mirando las piedras, los tallados, los dibujos y se nos infundió el respeto hacia el patrimonio, el cuidado y el amor que debemos tener con cada uno de estos sitios. Nos tenían prohibido ir a varios lugares, ni siquiera tocarlos, porque eran lugares sagrados. Donde alguien puede ver sólo arte rupestre hay una infinidad de momentos que son parte de nuestra historia, de nuestra vida. De hecho, como lo demuestra esta exposición, muchas veces la pintura del arte rupestre simboliza la vida misma: el apareamiento de las llamas, el ganado, los pastores, el ciclo de la vida, en qué época se aparean las llamas, los astros, con el cielo. La naturaleza es un todo, es un ciclo de vida en que cada factor es importante.

¿Qué rol jugamos las personas en ese ciclo?

Es fundamental ser respetuosos de la diversidad que tenemos, de pueblos, de gente,  saber llegar a un punto de equilibrio en que cuidamos el patrimonio y respetamos a los distintos pueblos originarios y las decisiones que ellos toman. Cada uno de nosotros debe hacerse cargo del cuidado del medio ambiente. Cuando vamos a visitar un lugar, llevarnos nuestra basura, conocer más de nuestra cultura, porque esto nos amplía horizontes. Querer otros lugares, cuidarlos y ser respetuosos nos hace crecer como personas. Eso nos falta a los chilenos, cultura. Y espacios como el Museo Precolombino te abren las puertas a ser parte de esta cultura y, por qué no decirlo, sentirte parte de los lugares y cuidarlos. Uno tiene que conocer las cosas para quererlas, porque de otra forma no puedes. El llamado es a los niños, los jóvenes, las distintas generaciones, a que se empapen de esta cultura y aprendan a amar la naturaleza, que es tan maravillosa y a la vez tan simple.

¿Cuál es el mensaje sobre Taira que se quiere transmitir con esta exposición?

Queremos pedir una vez más a la gran minería que respete a las comunidades, respete los sitios arqueológicos y ceremoniales porque para nosotros tienen un significado que tiene que ver con el agua, con nuestra forma de vida, con un todo. De repente una minera dice «no, si esto es piedra nomás» pero no saben la carga emocional de esa piedra, de que ahí nosotros hacemos un rito, una ceremonia de lluvia, un pago pidiendo por el agua, que haya pasto para nuestros animales, que haya lluvia en el año, fertilidad en el valle y que nuestros animales puedan tener alimento. Es un ciclo de vida: el agua, la lluvia, el manantial, todo está conectado, incluso el cosmos y el tiempo. Y si ellos vienen y nos hacen este sacrilegio, es acabar con creencias que tienen una carga importante, emocional y espiritual. La comunidad no solamente es patrimonio natural, rocas y arte dibujado, sino que además tiene una connotación espiritual y ritual. Entiendo que tiene que haber un desarrollo, pero tenemos que buscar ese punto de equilibrio para poder conseguir, por lo menos, estar tranquilos. El respeto es la base de cualquier conversación y yo creo que falta un poco más de voluntad para dialogar.

La muestra que se exhibe actualmente en el Museo, ¿cumple con las expectativas de la comunidad?

Sí, a nosotros nos gustó. En un minuto me sentí muy emocionada, en la sala audiovisual pude ver y sentir Taira, aquí. Fue extraordinario. Pero esto no es sólo una muestra de lo que nos puede permitir la tecnología, sino que tiene que ver con un equipo humano que reflejó el sentir de la comunidad, que pudo transmitir lo que ellos creen y qué es lo que significa cada estado: el agua, una llama, el entorno en general, y lo frágil que puede llegar a ser un lugar así. Es lamentable. Hoy día nosotros vemos la exterminación de los pueblos por las mineras y al Estado imponiéndonos las leyes. Yo creo fielmente en el convenio 169 de la OIT, creo en la autonomía de las comunidades y deseo que no se nos impongan leyes que muchas veces dejan estos lugares únicos a expensas de mineras. Lugares así pueden ser exterminados con solamente sacar el agua y eso es grave, porque el agua es vida: si no hay agua todo lo maravilloso que existe en esta exposición no existiría. Como pueblo, hacemos un llamado a cuidar y conservar el territorio. Ya no podemos echar a la minería, debemos convivir con ella porque también implica un desarrollo, entonces tienes esta lógica bien compleja para uno que quiere tanto a su pueblo.

Félix Galleguillos, secretario de la Comunidad Indígena Atacameña Taira, agrega:

Al final de la exposición se dice que tanto a los científicos como a las comunidades no se les escucha. Eso ha sido histórico y yo creo que lo que se está haciendo ahora con el Museo Precolombino es juntar la visión de la comunidad con la ciencia. Tiene que haber una preocupación mayor por el medio ambiente y también por el patrimonio arqueológico material e inmaterial, porque eso también es Taira: vivir cotidianamente con las pictografías que han estado allí por más de dos mil años y con los camélidos que todavía hay en la quebrada. Tal vez por separado a estos mundos no se les escucha, pero ahora estamos marcando un paso para visibilizarnos acá en Santiago y juntos ojalá ahora sí se nos escuche. Este es un cambio en la forma de trabajar, porque haciéndolo conjuntamente las cosas pueden resultar y es a lo que estamos apostando como comunidad. Y qué bien que se haya hecho con el Museo Precolombino, con el profe Berenguer que siempre ha estado en la comunidad. Ha sido una buena experiencia especialmente con él, porque si bien por muchos años se han hecho investigaciones en distintas comunidades, generalmente no hay buenas experiencias de investigadores con las comunidades. Pero con el profe Berenguer ha sido diferente porque él siempre ha estado presente, hay un buen relato, es un amigo. Mi padre se acuerda muy bien de él, todavía le tiene equipos y herramientas de campamento guardadas. Es una muy buena experiencia de cómo hacer las cosas con las comunidades, porque él estuvo con nuestros abuelos, con nuestros padres y ahora sigue esa relación con nosotros.

¿Crees que entender el mensaje de Taira pueda significar un nuevo amanecer, una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza?

Sandra: Creo que va a depender de cada persona, todos no funcionamos igual. Pero creo que en esta exposición hay un incentivo a cuidar, a preservar, y si eso se logra, si cien personas se van con la idea de querer y respetar los entornos, cualquiera que sea, hay un logro importante. Yo hago mi apuesta hacia el futuro, nosotros tenemos un futuro con los niños, educándolos, interiorizándolos en el tema de la cultura, enseñarles con amor, no imponiendo. Y esta exposición te enseña a abrir tus horizontes y a respetar un poco más. Aquí se muestra que Taira es un lugar muy hermoso pero también muy sensible, no solamente es el arte pintado en la piedra sino que es un todo: los ritos de la comunidad, cómo lo hacían los abuelos antiguamente, los sitios arqueológicos, cosas que lamentablemente a veces no están a simple vista y que algunos piensan que son efímeras, que no existen, pero claro que existen. Esto que tenemos los pueblos andinos y en general todos los pueblos es nuestro y muchas veces el occidental no lo entiende y es una pena, pero el objetivo de esta exposición es justamente mostrar la sensibilidad del lugar, proteger y escuchar más.

Entrevista: Oriana Miranda

Foto: Rodrigo Ríos

¡Feliz día de los Precoloniñ@s!

Para despedir el último día de vacaciones y justo antes de comenzar un nuevo año escolar, tendremos actividades especialmente pensadas para que l@s precoloniñ@s disfruten con toda la familia y puedan conocer y encantarse con las raíces de nuestra historia.

* Explorador@s del Precolombino: La fauna que habita en algunas de las piezas de la colección del Museo está esperando por ti. Si logras completar la búsqueda encontrando a los amigos de Taki, te llevarás un premio de regalo.

* En Taira nacen las llamas: Recorridos a las 10, 11 y 12 horas junto a José Berenguer, curador jefe del Precolombino, por la exposición temporal Taira, el amanecer del arte en Atacama. (Sin inscripción, punto de encuentro Patio Sur).

* Pequeños telares [CUPOS AGOTADOS]: A las 15:30 horas crea tu propia pieza textil a través de este taller dirigido a niñas y niños de 6 a 12 años.

* ¡Armemos las piezas!: Textiles y cerámicas esperan tu ayuda para ser restauradas a través de un juego de rompecabezas.

* Los colores de la fauna: Dibuja, pinta y crea los distintos animales de la mitología precolombina y que aún sobreviven gracias al legado de los pueblos originarios.

* Serie Tikitiklip: Proyección de capítulos de la serie Tikitiklip Precolombino y el Cuento del Jarropato.

* Sala ZIM: Baila, juega y descubre el legado presente de los antiguos pueblos americanos a través de tus sentidos en la sala interactiva de la Fundación Mustakis.

* ¡Gran venta de libros!: Las más reconocidas publicaciones sobre arte precolombino, arqueología, antropología y literatura infantil, entre otras espectaculares ediciones del Museo, estarán a la venta con descuentos de hasta un 80% (horario de venta de 10:30 o 16:30 horas).

​¡Feliz Día de l@s Precoloniñ@s, nos vemos el 4 de marzo!

Conmemoramos el Día de la Lengua Materna

El alcalde de Santiago, Felipe Alessandri, y el director del Museo Chileno de Arte Precolombino, Carlos Aldunate, encabezaron la ceremonia de lanzamiento del libro “Raíces que nos unen: Lenguas Originarias”, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Lengua Materna, instaurado por la Unesco con el objetivo de fomentar el pleno respeto hacia el uso de las distintas lenguas maternas del mundo.

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El alcalde de la Ilustre Municipalidad de Santiago, Felipe Alessandri, y el director del Museo Chileno de Arte Precolombino, Carlos Aldunate.

La oficina de Pueblos Originarios del Municipio y el área de Comunicaciones y Públicos del Museo elaboraron este libro que registra de manera simple y didáctica las lenguas indígenas y sus distintas expresiones, reforzando con ello identidades indígenas y los derechos lingüísticos de los pueblos originarios que están presentes en la actualidad: Aymara. Quechua, Rapa Nui, Mapuche y Selk´nam.

Al presentar el libro ante los vecinos y organizaciones indígenas, el alcalde Alessandri señaló que “como municipio tenemos un rol muy importante junto al Museo Precolombino, que es seguir fomentando y rescatando la Lengua Materna, la Lengua Madre, aunque muchos sigan señalando que prácticamente esta extinguida o en vías de extinción”.

«Como comuna capital, debemos relevar la importancia de los pueblos originarios y por eso estamos trabajando con la Conadi y la Oficina de los Pueblos Originarios para rescatar sus costumbres y este libro es una pequeña muestra de un trabajo en conjunto que se repartirá en todos nuestro colegios y bibliotecas para  destacar la importancia de las raíces que nos unen”, aseguró el edil.

Además de agradecer la presencia de los cientos de asistentes, el director del Museo Precolombino, Carlos Aldunate, explicó que «la lengua es el aspecto mas fundamental de la cultura de los pueblos. Es por esto que la pérdida de las lenguas es una pérdida para la humanidad, porque junto con perder una lengua se pierde toda una manera de entender el mundo. La lengua es el primer patrimonio de todos los pueblos, porque es una manera de conservar su identidad».

El libro “Raíces que nos unen: Lenguas Originarias” está a disposición y en línea para ser descargado gratuitamente aquí.