Características
Materiales: Cerámica
Periodo: Clásico Tardío 300 - 900 d.C. Estilo Copador.
Medidas: 236 mm de alto
Código de pieza: MCHAP 0051
La iconografía de estas cerámicas polícromas mayas ha sido muy estudiada ya que junto, a la litoescultura, constituyen un verdadero texto escrito. El segmento superior de estas vasijas suele contener glifos que titulan la escena representada, pero estos signos no hacen sino enunciar un conjunto de símbolos que exceden una comprensión inmediata. Las representaciones pictóricas de esta naturaleza, se inscriben dentro del arte funerario maya y a menudo aluden a episodios míticos relacionados con la vida después de la muerte. Otras veces, sin embargo, las escenas se refieren a hechos y personajes reales de modo que los límites entre la historia oficial y el mito –entre el arte público y el privado- se vuelven flexibles. Algunos muestran rituales, incluyendo a danzantes y víctimas, así como la absorción de alucinógenos. Es probable que los vasos, los códices y los murales fueron pintados por un solo tipo de especialistas, dada su uniformidad estilística; incluso algunas vasijas presentan líneas que sugieren separaciones, como páginas de un libro.
La escena de este vaso muestra a cuatro jóvenes en un contexto de guerra o caza ritual, con algunos trazos que evocan la piel del jaguar o chacbolay. En la mitología maya, Hunahpú es el cazador con cerbatanas y también el Cazador Universal, que trae alimento a los hombres. El número y edad de los personajes remite a relatos mitológicos contenidos en el libro sagrado…”Estos son los nombres de los primeros hombres que fueron creados y formados: el primer hombre fue Balam Quitzé, el segundo Balam Acab, el tercero Mahucutah y el cuarto Iqui Balam…no tuvieron madre, no tuvieron padre. Solamente se les llamaba varones… Y como tenían la apariencia de hombres, hombres fueron; hablaron, conversaron, vieron y oyeron, anduvieron, agarraban las cosas; eran hombres buenos y hermosos y su figura era figura de varón…Acabaron de conocerlo todo y examinaron los cuatro rincones y los cuatros puntos de la bóveda del cielo y de la faz de la tierra…estos cuatros fueron los progenitores de nosotros la gente del Quiché”. En el Popol Vuh, hay numerosas alusiones míticas el número cuatro y también a dos pares de jóvenes, descendientes de una serie de mellizos.