La Aguada

  • Ambiente y Localización

    La cultura La Aguada se desarrolló en la montañosa provincia de Catamarca. No obstante, en su época de florecimiento abarcó extensas partes del noroeste de Argentina, articulando distintos nichos ecológicos, desde zonas muy húmedas, hasta otras muy secas, abarcando tierras altas, intermedias y bajas. Su influencia alcanzó hasta zonas del norte semiárido de Chile e incluso, hasta San Pedro de Atacama, en el norte árido de este país.

  • Economía

    Su economía se sustentó en una floreciente agricultura por medio de andenes y campos de cultivos irrigados por complejos sistemas hidráulicos. Producían frejoles, calabazas, maní y maíz, aunque también recolectaban los frutos del chañar y el algarrobo. Su economía giraba, en gran medida, en torno a extensas redes de caravanas de llamas, base para un sistema de intercambio de recursos entre territorios muy distantes y con recursos complementarios.

  • Arte

    Sus artesanos dominaban complejos procedimientos para el trabajo del metal. Producían bronce y trabajaban con la técnica de la cera perdida para elaborar figuras, hojas de hacha, pinzas depilatorias y placas de metal, entre muchos otros objetos. Las placas metálicas son una buena síntesis, tanto del conocimiento de la técnica de los artesanos, como el universo simbólico de esta cultura. Generalmente muestran un personaje central, conocido como Deidad de las Manos Vacías, que se caracteriza por combinar atributos de felinos y de serpientes. Otra artesanía bien conocida de esta cultura es la alfarería. Decoraban las vasijas con elaborados y delicados incisos sobre las paredes de las piezas, como también por medio de la aplicación de pigmentos de colores. Incluyen una variedad de diseños geométricos y motivos de felinos, ofidios, antropomorfos, aves y batracios que adquieren características míticas, a través de la combinación de atributos de diferentes especies.

  • Organización Social

    La cultura La Aguada estaba organizada por una elite política y religiosa que dirigía la vida de las comunidades. Esta organización se componía de distintos señoríos independientes, cada uno de los cuales estaba basado en una línea de parentesco que descendía de un ancestro común. Es muy posible que debido a la multiplicidad de señoríos que componían esta cultura, no haya habido una autoridad única, pese a que todos compartían un sistema religioso y simbólico más o menos común.

  • Culto y Funebria

    Poseía complejas prácticas funerarias, donde destacan las sepulturas en túmulos y los enterramientos múltiples. En estos últimos se depositaba simultáneamente una gran cantidad de cuerpos, colocándolos en posiciones ordenadas y articuladas entre sí. El ajuar funerario era, en algunos, casos muy abundante y en otros más escaso, lo que daría cuenta de diferencias al interior de la sociedad. Por los diseños alfareros, se supone que rendían culto al felino y, probablemente, a un personaje que asumía las características de un “Sacrificador”, representado con complejas atuendos, elaborados adornos faciales, hachas y cabezas cortadas.

  • Patrón de Asentamiento

    Las distintas áreas geográficas que abarcó esta cultura poseen distintos patrones de asentamiento y en casi todos ellos no resulta fácil distinguir entre los sitios puramente habitacionales y aquellos propiamente ceremoniales. Los asentamientos se caracterizan por tener recintos de acabada construcción en piedra, donde vivía la elite, mientras las capas inferiores ocupaban casas de paja y barro. Algunos sitios poseen estructuras cuya planta tiene forma en U, los cuales han sido interpretados como recintos donde se realizaban ceremonias dirigidas por el sector dominante.

  • Historia

    Esta cultura presenta claras vinculaciones con los pueblos que le preceden en la región, especialmente Ciénaga y Condorhuasi. De estas últimas culturas habría heredado la tecnología del bronce, las pipas de barro, ciertas técnicas alfareras y la práctica de sacrificios humanos. A través de la Cordillera de los Andes tuvieron intercambios con zonas tan alejadas como el oasis de San Pedro de Atacama o el Valle de Copiapó en Chile. Hacia 900 d.C., La Aguada desaparece como entidad cultural, aunque una parte de su legado puede reconocerse en culturas más tardías del noroeste argentino, como Belén y Santa María.

Ubicación

Período