Los mapuches son considerados descendientes directos de las culturas arqueológicas prehispánicas Pitrén (100-1100 d.C.) y El Vergel (1100-1450 d.C.), que se desarrollaron en la región, entre el río Bío Bío y el seno de Reloncaví. No obstante, a la llegada de los españoles, su lengua, el mapudungun, estaba difundida desde el río Choapa hasta Chiloé, lo que no implica una homogeneidad cultural de los diferentes grupos que habitaban este extenso territorio. La llegada de los españoles en el siglo XVI fue, aparentemente, el elemento que gatilló que poblaciones distintas se agruparan y estrecharan sus lazos sociales y culturales, formándose la identidad mapuche conocida históricamente. Los mapuches se rebelaron contra el sometimiento español e incendiaron las ciudades que habían fundado desde el río Bío Bío al sur. Esta rebelión fue el inicio de la Guerra de Arauco, que obligó a España a mantener un ejército profesional que resguardara las fronteras, así como a reconocer la autonomía mapuche en sus tierras. El definitivo sometimiento mapuche sólo terminó ante el Ejército de la República de Chile con la así llamada “pacificación de la Araucanía”, en 1882. Esta acción militar se fundamentó en la urgencia por conquistar territorios explotables, impulsada por una ideología que propugnaba la eliminación de lo indígena en nombre de la “civilización”. A partir del triunfo militar chileno y para dar inicio a una colonización con elementos criollos y europeos, se controló al indígena por medio de su asentamiento en reducciones de propiedad comunal. Las consecuencias directas de este proceso para la sociedad mapuche fueron la drástica disminución de sus tierras por reiteradas y masivas usurpaciones; la dependencia en un agente externo, el Estado, y una desorganización social, causada por la pérdida de autoridad de los lonkos. Producto de todo esto, desde inicios del siglo XX, la acción mapuche pasó del campo militar al político, de guerreros a líderes organizacionales, del campo a la ciudad, con una progresiva migración y el surgimiento de una elite intelectual y profesional en el seno de la sociedad mapuche. En 1910, la primera organización indígena del país, la Sociedad Caupolicán, elevó una serie de peticiones de carácter étnico y campesino. Desde los años sesenta hasta 1973, los mapuches participaron sin resultados en la Reforma Agraria para tratar así de recuperar las tierras usurpadas. Había comenzado la progresiva migración del mapuche a la ciudad. A fines de la década del setenta, casi un 70% del pueblo mapuche se hallaba en la ciudad y en la extrema pobreza. A escala nacional se consolidaba un desarrollo capitalista que concebía el llamado “problema indígena” sólo como campesino. En 1976 el gobierno militar, a través de la Ley de División de Comunidades, intentó hacer que la propiedad comunitaria mapuche se privatizara, o sea, que pasara a manos de los individuos. En los años ochenta se incrementó el nivel de pobreza del mapuche, lo que conllevó más migración a la ciudad y mestizaje. Hasta comienzos de la década de los noventa, las leyes indígenas apuntaban a la incorporación y/o asimilación de los mapuches a la sociedad chilena, situación que en parte se intenta revertir ya en democracia con la promulgación de la Ley Indígena de 1991, que reconoce, protege y fomenta el desarrollo de los grupos étnicos en el país. Se estima que la población mapuche prehispánica era aproximadamente de un millón. Hoy en día, los mapuches ascienden a más de 600.000 personas, que corresponden al 87,3% de la población indígena del país.