Museo Chileno de Arte Precolombino

Esta pequeña máscara Vicús-Moche es un verdadero continente de relaciones simbólicas. Técnicas, materiales y formas, sugieren ser el soporte y el instrumento a través del cual los moche inscribieron las tensiones de su vida. La pieza es de cobre, dorado con una fina capa de oro. Su apariencia es de oro macizo y sin embargo, disimula la calidad de su interior, ocultando el cobre que sirve de real soporte para la expresión.

Un mineral que yace en la montaña, lugar que para el hombre andino está cargado de fuerza simbólica, de poderes sobrenaturales que proporcionan vida, abundancia y reproducción. En el objeto, el poder de este metal rojo tiene un valor casi fundacional, pero su localización lo hace aparecer como prisionero del fino y delicado metal precioso que lo cubre. Da la impresión que el artesano creyese tener la autoridad para controlar y dar límites precisos a esa fuerza genésica elemental.Sobre esta sensible inestabilidad se ha representado el rostro de una divinidad, quizás en un esfuerzo por dejar establecida una de sus cualidades originarias. Su rostro es expresivo, su mirada es fría y está fija, sus cejas prominentes y la forma de su boca rememoran el gruñido de un felino. El conjunto es atemorizador.Ojos y dientes han sido destacados por la aplicación de conchas marinas, agregando una nueva cualidad, esta vez proveniente desde el océano. Tierra y mar se unen para hacer una síntesis, para compatibilizar una dualidad de aquellos que viven en la costa, a orillas del mar. La divinidad retiene y expresa las tensiones de un pensamiento que a través de materias diferentes une cosas opuestas. Plantea una síntesis cultural. Una relación imposible y quizás por eso sagrada.