El arte Inka puede apreciarse en muy distintos materiales, pero es especialmente importante en la cerámica, los textiles y los metales. En alfarería, destaca la cerámica realizada en el Cuzco, llamada Inka Imperial, que era pintada negro y rojo sobre crema, con motivos principalmente geométricos, como los llamados “helechos” o las hileras de rombos. Una de las vasijas más emblemáticas de la alfarería inkaica es el aríbalo o maka , un cántaro con cuello angosto y bordes abocinados, cuerpo globular con dos asas y base apuntada,presentando una figura modelada que representa al felino. Las versiones más finas de éstas vasijas chicheras funcionaban como bienes de prestigio, ya que eran regalados por el soberano Inka a determinados personeros para sellar alianzas o mantener relaciones de reciprocidad con fines políticos.
Los textiles eran también un bien muy preciado, destacando los hechos de lana de alpaca y vicuña que eran decorados con figuras geométricas y hechos con distintos colores y técnicas. El trabajo de los metales, especialmente el cobre, el oro y la plata, alcanzaron un importante desarrollo, resaltando las figurillas humanas y de camélidos confeccionadas en metales nobles para ofrendar en los santuarios de montaña, los tupus o alfileres que sostenían la manta de la mujer y una infinidad de otros objetos utilizados en ceremonias y rituales. En las provincias se realizaban versiones locales de muchas de estas obras, especialmente de la cerámica, las cuales difundían la estética y el simbolismo político-religioso inkaico, aunque en muchos casos incorporando también patrones erstilísticos de cada región.