La arquitectura logró niveles de perfección asombrosos, no sólo por la orientación astronómica de sus edificios y calles, sino también en sus formas y decorados. Cabezas de piedra empotradas mostrando dioses, columnas llenas de bajorrelieves con diseños simétricos y decoraciones de envergadura monumental, son algunos ejemplos. Se han registrado delicadas máscaras con incrustaciones de piedras semipreciosas o representaciones de animales con características míticas. Los braseros de piedra con la imagen del dios Huehueteotl (el viejo Dios del Fuego) eran muy comunes y pese a sus líneas esquemáticas, alcanzan gran expresividad. En cerámica también lograron una gran maestría. Destacan especialmente los inciensarios y braseros con tapas profusamente decoradas y pintadas en varios colores. Las representaciones de cabezas de dioses o sacerdotes con enormes tocados son característicos y señalan la perfección adquirida por los maestros alfareros. Entre las técnicas utilizadas destacan los moldes, el modelado por pastillaje, el inciso y la pintura post-cocción con vivos colores rojos, azules verdes y amarillos. Los teotihuacanos plasmaron todo su entorno en su arte mural, dejando un fiel reflejo de la flora y fauna que les rodeaba, incluyendo animales silvestres e, incluso, insectos.