El Estado Moche fue gobernado por una poderosa clase dirigente, que combinaba la autoridad secular con importantes funciones rituales y militares. Para mantenerse en el poder, esta elite creó una compleja ideología, materializada en grandes templos y lugares de culto, donde se escenificaban ceremonias y se usaban elaborados objetos y símbolos. Carentes de un sistema de escritura, sus artesanos representaban en cerámica, metal, textiles o pintura mural, los ritos, leyendas y valores de una elite gobernante que glorificaba la fuerza, la violencia, la dominación. Muchas de las obras artísticas, caracterizadas por un fuerte realismo, estaban consagradas a la perpetuación de la autoridad y se originaban en una ideología política de marcado énfasis en lo masculino.