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A diez años de Morir para gobernar: Sexo y poder en la sociedad Moche

En Archivo Precolombino, conmemoramos los diez años de la exposición Morir para gobernar: Sexo y poder en la sociedad Moche, presentada entre octubre 2007 y marzo 2008 en la Sala Andes del Museo.

A través de 125 piezas de la cultura Moche pertenecientes al Museo Larco del Perú, la muestra buscó destacar los aspectos menos conocidos de las representaciones sexuales en la cosmovisión de esta sociedad prehispánica.

Para los Moche, que habitaron la costa norte del Perú entre los siglos I y VIII, el sexo ocupaba un lugar trascendente y en directa relación con la muerte, el sacrificio y, en especial, el poder político. De los jerarcas de esa sociedad dependía la fertilidad de los campos, de los productos marinos y, en definitiva, de la vida misma del pueblo Moche. Los actos sexuales y su representación en piezas cerámicas, textiles o murales, cumplían la función de asegurar la sucesión, evitando los peligros y catástrofes naturales y sociales que podía implicar la muerte del gobernante de turno.

“Estoy tremendamente contento de haber hecho esa exposición. Mucho antes, el Museo Larco nos había ofrecido una colección sobre piezas eróticas de la cultura Moche y nosotros quisimos presentarla dentro de un contexto. Justo en esa época salió un libro muy interesante de Steve Bourget, un gran arqueólogo canadiense que estudió las piezas eróticas Moche de todo el mundo. Él descubrió cosas absolutamente fantásticas, que daban a las piezas un contexto cultural serio e importante. Morir para gobernar fue exposición muy comentada y fue muy entretenido hacerla. Fue tan exitosa que el Musée du quai Branly de Paris se la llevó completa para presentarla allá”, recuerda Carlos Aldunate, director del Museo Precolombino.

Morir para gobernar fue una exposición que planteó muchos desafíos para nosotros. Queríamos sacarlo de la genitalidad o del énfasis en el erotismo que tenían estas piezas, que era el tratamiento usual, para darle una perspectiva mucho más contextual, más relacionada con la historia, con la sociedad, su tiempo y su cultura”, coincide José Berenguer, curador jefe del Museo Precolombino.

“Desarrollamos un guion en el que propusimos que, cuando moría un gobernante, se iba al mundo de los ancestros y quedaba en la banca, digamos, en términos futbolísticos, mientras ascendía al poder otro gobernante. Como siempre estaban con máscaras, nunca era posible conocer de quién se trataba. En ese círculo establecimos el tema del sexo y el poder, sacándolo de las expectativas que probablemente tenía el público, de verlo desde el plano del erotismo”, agrega.

A la inauguración de la muestra, el 30 de octubre de 2007, asistieron 400 personas. En total, Morir para gobernar: Sexo y poder en la sociedad Moche fue visitada por más de 30 mil personas.

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La interacción entre la vida y la muerte en la iconografía Moche es a menudo representada con la  ambigüedad entre mono y personaje esqueletizado o calavera. Así, ocurre una doble dualidad entre la vida y la muerte y entre un ser humano y un mono. En esta vasija retrato, el doble juego entre lo humano y animal y entre la vida y la muerte se expresa en la cara, mostrando a la vez rasgos humanos, de mono y de esqueleto. Existe una etapa transitoria entre la vida y la muerte que parece haber sido expresada por medio de un número de elementos simbólicos -seres duales o seres transitorios- tales como los muertos-vivientes y el hombre-mono.

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Entre los temas de la iconografía Moche existe un impresionante repertorio de vasijas que representan actos sexuales, tanto escenas en solitario como en diversas combinaciones entre humanos, personajes esqueletizados y seres con atributos sobrenaturales. La cercana relación de mujeres con seres esqueléticos parece reforzar el rol de la mujer o el género femenino en relación a la muerte, el sacrificio y los rituales funerarios.

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A menudo las parejas son pintadas en dos colores contrastantes, la mujer siempre es ilustrada en color rojo y su compañero en blanco. Estos colores representan los conceptos fundamentales de vida y muerte. Al costado derecho de esta representación, una mujer pintada de rojo toca a una figura central que interpreta una flauta. El músico es un personaje esqueletizado pintado de blanco que viste una capa roja corta y un elaborado tocado en la cabeza. A su derecha hay un individuo de pie con su rostro esquelético pintado de blanco. El simbolismo del color se extiende hasta el área de los genitales de los seres esqueléticos, donde las extremidades de sus miembros están siempre pintadas en rojo. De esta manera, la fuente de vitalidad está representada por el color de la vida.

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Los roedores representan quizás la peste más peligrosa para la agricultura. Las mejores condiciones para los cultivos también los favorecen, al proporcionarles comida y agua en abundancia. Una pequeña población de roedores al inicio de la temporada agrícola podría de manera real y metafórica significar la ruina de una cosecha. Por ello, la hembra es frecuentemente ilustrada sosteniendo un grano o un maní durante la cópula. El maní puede haber sido percibido en asociación sobrenatural con la muerte y con ideas vinculadas al seno de la tierra y al inframundo. Podría parecer paradójico que aquellas entidades que velan por la fertilidad de las plantas y animales sean también las mismas que faciliten la reproducción de pestes como los roedores. Incluso, pareciera existir un corolario: entre mejor es la cosecha y la temporada agrícola, mejor será el éxito reproductivo de las pestes. Esto demuestra una dualidad entre fertilidad e infertilidad o entre vida y muerte.

Texto: Oriana Miranda.