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Sandra Yáñez, presidenta de la Comunidad Indígena Atacameña Taira: “Querer el patrimonio, cuidarlo y respetarlo, nos hace crecer como personas”

Sandra Yáñez es la presidenta de la Comunidad Indígena Atacameña Taira, que junto al Museo Chileno de Arte Precolombino organiza la exposición temporal Taira, el amanecer del arte en Atacama. “En la sala audiovisual pude ver y sentir Taira, aquí. Fue extraordinario”, explica emocionada. A su juicio, las expectativas de la Comunidad sobre el trabajo con el Precolombino están más que satisfechas. “La mejor persona que pudo haber hecho este trabajo, el único, es José Berenguer. Estamos felices, esto es un sueño que se concluyó y que se hizo con las personas idóneas”, afirma.

¿Por qué decidieron constituirse como comunidad?

Nos constituimos en noviembre de 2003 más que nada por un tema formal. Nosotros ya llevábamos una vida de comunidad, con tradiciones, costumbres y ritos ceremoniales, pero no estábamos constituidos formalmente. Sin embargo, la existencia de la comunidad es muy antigua, nuestros tátara tátara abuelos conocieron Taira. Nunca hemos salido del valle; yo nací ahí y mi abuela era partera, entonces la mayoría de nuestra generación tuvo la oportunidad de nacer en Taira.

¿Cómo conocieron a José Berenguer?

Yo no estuve cuando él llegó a Taira, porque creo que ni siquiera había nacido. Él llegó hace muchos años y el primer contacto lo tuvo con mi abuela y con mi abuelo. Mi abuela era muy de piel, de conversar, y él se hizo amigo de la familia. Yo puedo decir que José Berenguer no es solamente un arqueólogo, es uno más de nosotros porque conoce a la gente de allá. Él se hizo muy amigo de mi madre y de la comunidad en general, nos conoce prácticamente a todos. La mejor persona que pudo haber hecho este trabajo, el único, es José Berenguer, porque es el único arqueólogo que ha trabajado tanto en Taira. Nosotros estamos felices, esto es un sueño que se concluyó y que se hizo con las personas idóneas. Yo siempre digo que las cosas pasan por algo y todo va marcando hitos. Mi abuela y mis tátara abuelos podrían estar orgullosos de lo que está pasando en el Museo Precolombino, lo que se está mostrando, porque es parte de lo que ellos han cuidado tanto, del legado que nos dejaron. Que la gente pueda vivenciarlo, conocerlo, y que se exponga de esta forma aquí en Santiago es traer un poco de Taira aquí, a un lugar que está lleno de cemento. Es maravilloso.

¿Qué distingue a los habitantes de Taira?

Lo más lindo es que nuestros abuelos nos han traspasado sus creencias, sus rituales, esta cosmovisión que tiene nuestro pueblo. Y creo que lo más importante es que eso lo pudieron transmitir a nuestra generación y nosotros tenemos el deber moral de replicarlo. Ahora, la pregunta es de qué forma podemos tener esa influencia en nuestros hijos y traspasar este legado a nuestras futuras generaciones. Nosotros crecimos mirando las piedras, los tallados, los dibujos y se nos infundió el respeto hacia el patrimonio, el cuidado y el amor que debemos tener con cada uno de estos sitios. Nos tenían prohibido ir a varios lugares, ni siquiera tocarlos, porque eran lugares sagrados. Donde alguien puede ver sólo arte rupestre hay una infinidad de momentos que son parte de nuestra historia, de nuestra vida. De hecho, como lo demuestra esta exposición, muchas veces la pintura del arte rupestre simboliza la vida misma: el apareamiento de las llamas, el ganado, los pastores, el ciclo de la vida, en qué época se aparean las llamas, los astros, con el cielo. La naturaleza es un todo, es un ciclo de vida en que cada factor es importante.

¿Qué rol jugamos las personas en ese ciclo?

Es fundamental ser respetuosos de la diversidad que tenemos, de pueblos, de gente,  saber llegar a un punto de equilibrio en que cuidamos el patrimonio y respetamos a los distintos pueblos originarios y las decisiones que ellos toman. Cada uno de nosotros debe hacerse cargo del cuidado del medio ambiente. Cuando vamos a visitar un lugar, llevarnos nuestra basura, conocer más de nuestra cultura, porque esto nos amplía horizontes. Querer otros lugares, cuidarlos y ser respetuosos nos hace crecer como personas. Eso nos falta a los chilenos, cultura. Y espacios como el Museo Precolombino te abren las puertas a ser parte de esta cultura y, por qué no decirlo, sentirte parte de los lugares y cuidarlos. Uno tiene que conocer las cosas para quererlas, porque de otra forma no puedes. El llamado es a los niños, los jóvenes, las distintas generaciones, a que se empapen de esta cultura y aprendan a amar la naturaleza, que es tan maravillosa y a la vez tan simple.

¿Cuál es el mensaje sobre Taira que se quiere transmitir con esta exposición?

Queremos pedir una vez más a la gran minería que respete a las comunidades, respete los sitios arqueológicos y ceremoniales porque para nosotros tienen un significado que tiene que ver con el agua, con nuestra forma de vida, con un todo. De repente una minera dice «no, si esto es piedra nomás» pero no saben la carga emocional de esa piedra, de que ahí nosotros hacemos un rito, una ceremonia de lluvia, un pago pidiendo por el agua, que haya pasto para nuestros animales, que haya lluvia en el año, fertilidad en el valle y que nuestros animales puedan tener alimento. Es un ciclo de vida: el agua, la lluvia, el manantial, todo está conectado, incluso el cosmos y el tiempo. Y si ellos vienen y nos hacen este sacrilegio, es acabar con creencias que tienen una carga importante, emocional y espiritual. La comunidad no solamente es patrimonio natural, rocas y arte dibujado, sino que además tiene una connotación espiritual y ritual. Entiendo que tiene que haber un desarrollo, pero tenemos que buscar ese punto de equilibrio para poder conseguir, por lo menos, estar tranquilos. El respeto es la base de cualquier conversación y yo creo que falta un poco más de voluntad para dialogar.

La muestra que se exhibe actualmente en el Museo, ¿cumple con las expectativas de la comunidad?

Sí, a nosotros nos gustó. En un minuto me sentí muy emocionada, en la sala audiovisual pude ver y sentir Taira, aquí. Fue extraordinario. Pero esto no es sólo una muestra de lo que nos puede permitir la tecnología, sino que tiene que ver con un equipo humano que reflejó el sentir de la comunidad, que pudo transmitir lo que ellos creen y qué es lo que significa cada estado: el agua, una llama, el entorno en general, y lo frágil que puede llegar a ser un lugar así. Es lamentable. Hoy día nosotros vemos la exterminación de los pueblos por las mineras y al Estado imponiéndonos las leyes. Yo creo fielmente en el convenio 169 de la OIT, creo en la autonomía de las comunidades y deseo que no se nos impongan leyes que muchas veces dejan estos lugares únicos a expensas de mineras. Lugares así pueden ser exterminados con solamente sacar el agua y eso es grave, porque el agua es vida: si no hay agua todo lo maravilloso que existe en esta exposición no existiría. Como pueblo, hacemos un llamado a cuidar y conservar el territorio. Ya no podemos echar a la minería, debemos convivir con ella porque también implica un desarrollo, entonces tienes esta lógica bien compleja para uno que quiere tanto a su pueblo.

Félix Galleguillos, secretario de la Comunidad Indígena Atacameña Taira, agrega:

Al final de la exposición se dice que tanto a los científicos como a las comunidades no se les escucha. Eso ha sido histórico y yo creo que lo que se está haciendo ahora con el Museo Precolombino es juntar la visión de la comunidad con la ciencia. Tiene que haber una preocupación mayor por el medio ambiente y también por el patrimonio arqueológico material e inmaterial, porque eso también es Taira: vivir cotidianamente con las pictografías que han estado allí por más de dos mil años y con los camélidos que todavía hay en la quebrada. Tal vez por separado a estos mundos no se les escucha, pero ahora estamos marcando un paso para visibilizarnos acá en Santiago y juntos ojalá ahora sí se nos escuche. Este es un cambio en la forma de trabajar, porque haciéndolo conjuntamente las cosas pueden resultar y es a lo que estamos apostando como comunidad. Y qué bien que se haya hecho con el Museo Precolombino, con el profe Berenguer que siempre ha estado en la comunidad. Ha sido una buena experiencia especialmente con él, porque si bien por muchos años se han hecho investigaciones en distintas comunidades, generalmente no hay buenas experiencias de investigadores con las comunidades. Pero con el profe Berenguer ha sido diferente porque él siempre ha estado presente, hay un buen relato, es un amigo. Mi padre se acuerda muy bien de él, todavía le tiene equipos y herramientas de campamento guardadas. Es una muy buena experiencia de cómo hacer las cosas con las comunidades, porque él estuvo con nuestros abuelos, con nuestros padres y ahora sigue esa relación con nosotros.

¿Crees que entender el mensaje de Taira pueda significar un nuevo amanecer, una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza?

Sandra: Creo que va a depender de cada persona, todos no funcionamos igual. Pero creo que en esta exposición hay un incentivo a cuidar, a preservar, y si eso se logra, si cien personas se van con la idea de querer y respetar los entornos, cualquiera que sea, hay un logro importante. Yo hago mi apuesta hacia el futuro, nosotros tenemos un futuro con los niños, educándolos, interiorizándolos en el tema de la cultura, enseñarles con amor, no imponiendo. Y esta exposición te enseña a abrir tus horizontes y a respetar un poco más. Aquí se muestra que Taira es un lugar muy hermoso pero también muy sensible, no solamente es el arte pintado en la piedra sino que es un todo: los ritos de la comunidad, cómo lo hacían los abuelos antiguamente, los sitios arqueológicos, cosas que lamentablemente a veces no están a simple vista y que algunos piensan que son efímeras, que no existen, pero claro que existen. Esto que tenemos los pueblos andinos y en general todos los pueblos es nuestro y muchas veces el occidental no lo entiende y es una pena, pero el objetivo de esta exposición es justamente mostrar la sensibilidad del lugar, proteger y escuchar más.

Entrevista: Oriana Miranda

Foto: Rodrigo Ríos