Alfarería

  • Introducción

    La alfarería es una de las tecnologías más revolucionarias de la historia humana y el primer producto completamente sintético hecho por el hombre. Combina tres elementos básicos: la arcilla, materiales orgánicos o minerales encontrados de forma natural en las arcillas o bien mezclados intencionalmente para ayudar a que la arcilla sea más manejable y evitar que las piezas se quiebren cuando se exponen al calor extremo, llamados antiplásticos; y, por último, agua, que permite la plasticidad. El paso entre la experimentación con arcilla para modelar figuras y la aplicación de fuego para convertir ese objeto en un contenedor sólido y perdurable es la transformación principal que da origen a esta tecnología. Es uno de los materiales que mejor resiste el paso del tiempo y para los arqueólogos es uno de los más importantes objetos de estudio sobre el pasado

    Muchas de las preguntas sobre el origen de la cerámica se mantienen sin respuesta. Las evidencias más tempranas de tecnología cerámica son las figuras en arcilla de Dolní Vestonici, un sitio de Checoslovaquia perteneciente al Paleolítico Superior, con una antigüedad de uno 26.000 años. Esto es una muestra muy temprana de la experimentación con greda, pues en este sitio se han encontrado miles de fragmentos de arcilla cocida y no cocida, además de evidencias de hornos lo cual confirma la existencia de un sofisticado conocimiento y manejo de estos elementos. La mayor parte de estas figurillas corresponden a las llamadas “Venus paleolíticas”, las que representan a mujeres de contextura gruesa, con pechos y abdomen abultados que acentúan sus rasgos femeninos. Imagen 1

    La interrogante es, sin embargo, cuándo surge la idea de de utilizar estos medios y materiales contenedores, que hizo de esta tecnología una artesanía revolucionaria. La alfarería más antigua del mundo se encuentra en Japón y es conocida como cerámica “Jomón”. Este estilo cerámico tiene fechas entre 8.000 a 4.000 años a.C. y se caracteriza por tener formas similares a cestos y con superficies que muestran marcas de cordeles y rodetes. En general la alfarería de Asia, tanto de Japón como de China, alcanzó un gran nivel de sofisticación gracias al descubrimiento de técnicas como el vidriado y el desarrollo de hornos más eficientes que permitieron alcanzar altas temperaturas para la fabricación de porcelana. La introducción del torno, una plataforma circular giratoria donde se coloca un trozo de arcilla que es modelada a medida que rota la base, fue otro recurso tecnológico progresivo, pues facilitó la producción a gran escala. En el Viejo Mundo los primeros indicios de la tecnología cerámica se encuentra en el Medio Oriente alrededor de 6.500 años a.C., en los sitios de Beldibi y Çatalhöyük, ambos en el sur de Turquía. Estas primeras vasijas fueron hechas a mano por medio de rodetes, luego raspadas o paleteadas para producir un acabado más parejo y posteriormente cocidas en fogatas que utilizaban madera o estiércol como combustible. Una de las hipótesis respecto al surgimiento de la tecnología cerámica en esta área la liga directamente al desarrollo de la arquitectura temprana del Medio Oriente pues, tal como las construcciones, las vasijas estaban hechas con el mismo principio de colocar una pieza sobre la otra para lograr la forma deseada. Imagen 2

    En general, se ha asociado el origen de la cerámica con el desarrollo de la agricultura y el sedentarismo. No obstante, se conocen contextos de uso alfarero entre grupos nómades de cazadores recolectores, como es el caso de las tradiciones cerámicas más antiguas de América. En la costa caribeña de Colombia, a orillas del Río Magdalena, se han encontrado diversas manifestaciones de alfarería con fechas de 3.490 años a.C. El sitio de San Jacinto 1, ubicado en esta área ribereña, fue probablemente ocupado por largas temporadas por grupos humanos cuya economía se basó en la recolección de semillas silvestres y la caza de animales pequeños y ciervos. La cerámica aquí encontrada consiste en pocillos pequeños, jarros y jarrones globulares sin cuello y con asas. Imagen 3

    La cerámica Valdivia es otra manifestación de cerámica americana temprana. Ha sido encontrada en varios sitios ubicados en la península de Santa Elena, en la costa Pacífica del Ecuador. Uno de los sitios mejor estudiados es Real Alto, desde donde se han obtenido múltiples ejemplares fechados entre los años 3000 y 2300 años a.C. En sitios más tempranos como Altomayo, en la misma región, han sido recuperadas figurillas de cerámica que podrían representar la fase de experimentación que precedió al desarrollo y la adopción de la tecnología cerámica, de características muy similares a las halladas en el este de Europa y el Medio Oriente. Unos 1.000 años más tarde la cerámica comienza a ser utilizada en el área mesoamericana y andina. En el Perú, la alfarería aparece hace alrededor del año 2.000 a.C. en la cuenca del río Ucayali, un afluente directo del Amazonas. Alrededor de la misma época aparece alfarería en la costa norte y central, los cuales se asocian a grupos con agricultura incipiente y que comienzan a desarrollar las primeras manifestaciones de arquitectura monumental. Por su parte, en Mesoamérica, la evolución de la cerámica es mejor conocida en el Valle de Tehuacan, al sur de México. En este lugar se ha estudiado intensivamente el desarrollo de la agricultura y se cree que la alfarería nace en estrecha relación con ella, especialmente durante la Fase Purrón hacia el 2.300 a.C. Las formas de las vasijas halladas aquí imitan los morteros de piedra utilizados para moler los primeros granos cultivados. No obstante, la forma más popular y ampliamente expandida por el área mesoamericana fue el tecomate, una escudilla globular para semillas parecida a una calabaza. La tradición alfarera temprana más expandida en Mesoamérica es la de Ocós, desarrollada aproximadamente en el 3.500 a.C. en sitios costeros y ribereños, siendo muy similar a las formas de la cerámica Valdivia. Esto ha llevado a pensar que la adopción de esta tecnología en algunas zonas de Mesoamérica fue gracias a contactos entre estas poblaciones. Gran parte de esta alfarería tuvo un uso doméstico, pero considerando que también se la ha encontrado como ofrenda mortuoria, y ha servido para fabricar adornos, figurillas e instrumentos musicales, se asume que tuvo además un significado religioso importante.

    Pese a que en el continente americano las primeras evidencias de alfarería preceden al desarrollo de la agricultura y el sedentarismo, es indudable que su uso se intensificó y extendió en sociedades productoras de alimentos que comenzaban a organizar sus vidas en torno a pequeñas aldeas.

  • Uso de Placas y Rodetes

    A través de la observación de grupos ceramistas tradicionales que no han adoptado el torno, se han podido reconstruir las maneras ancestrales de hacer cerámica. Las placas y los rodetes son dos de las formas más comunes de hacer una vasija. El uso de “placas” consiste en unir o presionar trozos relativamente planos de arcilla con la ayuda de las manos o bien instrumentos como paletas. Esta es una técnica más apropiada para realizar piezas simétricas, no globulares y también de grandes tamaños.

    La técnica más ampliamente utilizada es la de “rodetes”, en la cual se forman rollos relativamente delgados con las palmas de las manos sobre una superficie dura, de un largo determinado por el diámetro de la pieza, y se disponen uno sobre otro de forma sucesiva. Hay múltiples variaciones de la técnica pero usualmente se pueden hacer rollos largos que se colocan en forma de espiral o bien rodetes más cortos a modo de anillos que se ubican uno sobre otro, tal como los ladrillos que conforman una pared. Generalmente la primera técnica produce una estructura más fuerte, ya que el traslape de rodetes produce mayor adherencia entre ellos. Es siempre esencial que las uniones entre rodetes queden bien adheridas, pues estas son las áreas más débiles y propensas a romperse durante el proceso de secado, cocción o uso. Para ello, los artesanos humedecen y/o hacen muescas en las zonas de contacto para reforzar el ensamble de las piezas, huellas que son posteriormente borradas con los dedos o con la ayuda de algún instrumento.

    Como proceso de manufactura, esta técnica ofrece dos grandes ventajas; por una parte, asegura un cierto grado de uniformidad en el espesor de las paredes, lo cual permite una cocción más pareja que contribuye a una mayor resistencia y durabilidad. Y por otro lado, posibilita el uso de arcillas menos plásticas, pues no están sujetas al mismo grado de estiramiento que otras técnicas como el modelado. Imágenes 1, 2

  • Modelado

    Es una de las técnicas más básicas de dar forma a una vasija. A partir de una bola hecha con la arcilla, se genera un hueco o cavidad en el centro con el pulgar, a partir del cual se comienza a levantar y extender las paredes de la pieza. Esta forma de construir vasijas es más apropiada para pocillos pequeños o bien para hacer las bases de vasijas de mayor tamaño, las cuales son completadas con otras técnicas. Deben usarse arcillas muy plásticas para que las paredes puedan ser estiradas y lograr el tamaño y espesor deseado. Imágenes 1, 2

    Esta técnica también fue utilizada para formar las figurillas con formas humanas encontradas en el Viejo y Nuevo Mundo. Aquellas pertenecientes a la cultura Valdivia de las costas de Ecuador fueron modeladas con arcillas de color café y gris. El tronco y las extremidades se modelaban a partir de una sólida masa de arcilla, la que se pegaba a otro trozo sólido que correspondía a la cabeza. La nariz fue formada directamente sobre la cara de la figura; los ojos y la boca fueron agregados posteriormente a través de una técnica conocida como “pastillaje”, mediante la cual se van aplicando pequeñas porciones de pasta sobre la superficie de la vasija o figura. El vientre abultado, una de las principales características de estas figuras, también se agregó posteriormente y fue formado por una esfera de pasta a la que se agregaron dos pequeños trozos de arcilla para denotar los pechos. Esta se adhería al tronco ya modelado, alisando las uniones y dejándolas llanas. Luego se practicaban incisiones con algún instrumento para agregar ciertos detalles como líneas en la frente o la cara. Imagen 3

    Esta técnica fue utilizada también para lograr formas muy complejas. Los Moche, del norte del Perú, la utilizaron para realizar piezas con formas de animales y rostros de personas que además incorporaban una característica particular, un asa o mango en forma de estribo. El proceso mediante el cual se fabricaban asas estribo no es enteramente conocido, aunque probablemente se hacían a partir de placas de arcilla enrolladas que se juntaban por los extremos. Imágenes 4, 5

  • Moldeado

    Moldeado
    Ver animación

    Consiste en presionar trozos de arcilla sobre o dentro de moldes previamente preparados, ya sea en piedra, yeso, cerámica o incluso vasijas rotas. Dichos moldes pueden ser cóncavos, cuando la pasta se aplica por fuera, o bien convexos, cuando ésta se aplica por el interior. Se puede utilizar un solo molde o varios, en cuyo caso suelen observarse las uniones de las distintas partes por el interior de las vasijas. Para que la arcilla no se pegue a los moldes se utiliza arena, ceniza o arcilla pulverizada, entre otras cosas. Como resultado se obtienen piezas altamente estandarizadas, siendo un método muy efectivo para la producción a gran escala. El uso de moldes es más adecuado para fabricar formas cerradas como botellas, las cuales son muy difíciles de trabajar por el interior ya que presentan un cuello muy estrecho. Imágenes 1, 2.

    Esta técnica fue extensamente utilizada en dos áreas del continente americano en épocas precolombinas: Mesoamérica y Andes Centrales. En ambos alcanzó un elevado desarrollo y sofisticación, dando forma a piezas altamente complejas. La cultura Chimú del norte peruano, alcanzó un alto grado de maestría en las figuras moldeadas de cerámica, imitando formas vegetales, animales y humanas dentro de un amplio repertorio representado. En general, los moldes eran cóncavos y de dos cuerpos e incluían en su interior la decoración en diseño negativo de la superficie de la pieza, imitando las texturas reales de los objetos. Al retirar los trozos de arcilla presionadas en el interior de los moldes, la decoración quedaba lista y las superficies se terminaban usualmente mediante un pulido. Imágenes 3, 4.

  • Acabados de Superficie

    Existen distintos modos para la terminación de las piezas. Una de las más simples es el alisado, mediante el cual se empareja la superficie y se quita el exceso de pasta, utilizando para ello piedras, cueros, espátulas o textiles. Dependiendo de cuán lisas sean estas herramientas y cuánta fricción se aplique sobre las superficies de las vasijas antes de su cocción, se pueden lograr distintos acabados: alisados, pulidos o bruñidos. Para que esta terminación sea más pareja y fina, es necesario haber retirado todo el exceso de material de las superficies. Comúnmente, para lograr un mejor acabado de las superficies y uniformizar el color, las vasijas se cubren con una capa de pintura licuada o arcilla diluida sumergiendo la pieza en el líquido o bien aplicándolo sobre la superficie. Esto se conoce como engobado. Posteriormente, y como complemento de las técnicas anteriores, se pueden aplicar antes o después de la cocción diversas decoraciones pintadas o modeladas.

  • Referencias

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