Sus muertos los sepultaron en posición fetal, posiblemente envueltos en algunos materiales perecederos o amarrados con cuerdas, pero la humedad de la tierra no ha permitido la conservación de estos vestigios. Junto a los cuerpos depositaron jarros y botellas de cerámica, y en algunas ocasiones, piedras circulares con un orificio central (piedras horadadas), adornos labiales o tembetás de cerámica y piedra, así como pipas de cerámica con forma de “T” invertida. Estos últimos objetos indican que, al igual que sus vecinos de la cultura El Molle de más al norte, podrían haber tenido una religiosidad del tipo chamánico, vinculada al consumo de plantas alucinógenas en el contexto de sus prácticas rituales.