Trabajaban finamente la piedra, la que tallaban y pulían para fabricar pipas en forma de “T” invertida y sus característicos adornos labiales, conocidos como tembetá, los que se insertaban bajo el labio inferior mediante una perforación. Con mineral de cobre y conchas del Pacífico manufacturaban cuentas para extensos collares. Usaron el cobre y, a veces oro y plata, para la confección de distintos objetos de uso personal como pinzas depilatorias y agujas, pero especialmente adornos como anillos, pulseras, placas pectorales, pendientes y collares. Su cerámica era mayoritariamente monocroma y finamente pulida, aunque algunas vasijas eran decoradas con pintura blanca, roja y negra, o incisos que realizaban por zonas, con motivos geométricos. En sus representaciones de arte rupestre se han identificado dos estilos de grabados o petroglifos. El estilo La Silla, se caracteriza por grabados de figuras humanas que guían rebaños de animales que se han interpretado como camélidos domésticos, además de motivos geométricos abstractos que se han atribuidos a prácticas chamánicas bajo influencias de sustancias alucinógenas. Por su parte, en el estilo Limarí, son característicos los grabados de máscaras de forma humana con complejos adornos sobre sus cabezas, como los que se aprecian en el Valle del Encanto, las figuras humanas estilizadas con piernas y brazos abiertos y también formas geométricas, como círculos con dos apéndices.