Museo Chileno de Arte Precolombino

Moche I-III.

Los señores moche, en sus tumbas funerarias, cubrían su rostro con máscaras de metal. Hay una intención evidente en la selección del material de estos artefactos. No se ha elegido madera, textiles u otro material para cubrirles las caras. No cabe duda que la faz de un señor moche es de por sí un símbolo. Sus ojos, boca, nariz, y demás rasgos son elementos que rescata la máscara al reproducirlos como signos. La cara de carne y hueso del señor no es eterna, la cultura Moche necesitaba de una técnica de expresión que le permitiera rescatar la cara de sus señores a los efectos del tiempo. La máscara de metal no sólo indica la condición privilegiada del representado, sino que también es un esfuerzo por perpetuar un rostro, hacerlo perdurar en el tiempo para que siga viviendo en la muerte. No se trata de una careta que oculta el verdadero rostro, muy por el contrario, es la mismísima expresión de ese rostro que va a desaparecer. Comparativamente hablando, los demás elementos que acompañan al cuerpo del señor en su tumba son menos durables en el tiempo. Textiles y plumas son encontrados por los arqueólogos como simples vestigios que estuvieron acompañando al señor en su tumba, sin lograr sobrevivir.
Por último, el metal es un producto «valioso», que necesita para su obtención y tratamiento una gran cantidad de horas de trabajo. No es fortuito que para la parte más expresiva del cuerpo del señor se haya
elegido el material más costoso. El arte funerario moche puso especial cuidado en preservar la expresión de los rostros de sus señores, eligiendo para este propósito a los metales, materiales capaces de soportar la historia.