Al principio la religiosidad Tiwanaku muestra influencias selváticas a través de la importancia del chamanismo, ligado al consumo de alucinógenos. Luego la ritualidad establecida por el Estado fue variando hacia una religiosidad más institucionalizada, cobrando relevancia el consumo de bebidas fermentadas, tal como la chicha de maíz, la que funcionaba como un elemento importante de integración en las relaciones sociales y en los ceremoniales religiosos.
En Azapa, la gente Cabuza enterraba a sus muertos en pozos de forma cilíndrica, con el cuerpo flectado y envueltos en elaborados unkus o camisas de lana confeccionados localmente, aunque tardíamente, hacia 800 d.C. aparecen algunas pocas tumbas con textiles mucho más finos y gorros de cuatro puntas de corados de origen Tiwanaku, que sugieren la presencia de inhumaciones de autoridades o funcionarios estatales. Los entierros eran acompañados, además, de vasijas cerámicas, destacando el llamado estilo Cabuza que copia las formas y la iconografía de la alfarería de Tiwanaku. En Atacama se han encontrado tumbas de mineros acompañados de sus herramientas de trabajo, pero destacan las tumbas de la élite atacameña cuyos cuerpos eran ataviados con finas túnicas de manufactura Tiwanaku, junto a una serie de bienes de prestigio , como ornamentos de oro, vasos-keros de cerámica y finos artefactos para el consumo de alucinógenos, todos objetos importados o decorados con la iconografía de este Estado altiplánico.