Atacameño

  • Ambiente y Localización

    Las comunidades atacameñas no son culturalmente homogéneos, se diferencian, hay pluralidad cultural entre ellas.
    Las comunidades atacameñas habitan los oasis, valles y quebradas de las cuencas del salar de Atacama y del río Loa, ubicadas en la Región de Antofagasta en Chile. Pequeñas poblaciones se encuentran también en el noroeste de Argentina, en la puna de Salta y Jujuy, y en el altiplano suroeste de Bolivia. El clima de la región atacameña es desértico, de extrema aridez y gran oscilación térmica entre el día y la noche. Los recursos de agua están presentes en vegas y bofedales y en los cauces de algunos ríos como El Loa, El Salado y el Vilama. La flora está compuesta por vegetación altoandina, arbustos del tolar, pajonal y yareta y en los oasis y quebradas, árboles como algarrobos, tamarugo, chañar, pimientos, etc. La fauna silvestre, por otro lado, es variada encontrándose en los distintos pisos ecológicos zorros, viscachas, quirquinchos, cóndores, flamencos, gansos, caiquenes, guanacos y vicuñas.

  • Economía

    Los atacameños tienen una economía tradicional de base agroganadera la que practican en un territorio integrado por diferentes pisos ecológicos, los cuales identifican, clasifican y explotan de diferente forma según los recursos que ofrece, sean éstos económicos, alimenticios, medicinales, rituales y tecnológicos.

    La agricultura se desarrolla en los oasis y, en especial, en las terrazas de las quebradas utilizando sistemas de andenerías y técnicas de irrigación con manejo hidráulico. La actividad ganadera es de tipo tradicional, históricamente de llamas y alpacas y en la actualidad en aumento la de ovinos, caprinos y mulares, de los cuales obtienen lana, carne, pieles y en ocasiones son aprovechados como animales de carga (llamas y especialmente mulares).

    La recolección de leña y plantas, sobretodo medicinales, así como de los frutos del algarrobo y el chañar para preparar harinas y bebidas, son actividades económicas igualmente importantes. Las unidad productiva básica es la familia y ocupan un territorio amplio y disperso, que les exige desplazarse hasta decenas de kilómetros para acceder a las diferentes localidades donde se encuentran sus recursos económicos. Así las tierras agrícolas de una familia pueden estar divididas en varios predios, tanto dentro como fuera de su lugar de habitación permanente. Este sistema, que opera bajo un régimen tradicional de organización social de parentesco y alianzas, tiene por objeto el acceso, la complementación y el control de los recursos existentes en los diferentes pisos ecológicos de este territorio. Del mismo modo, se practica una horticultura dirigida al autoconsumo con múltiples cultivos, sembrando en un mismo terreno diferentes productos como papas, quínoa, tunas, maíz, calabazas, zapallos, ají, entre otros, utilizando de manera óptima el agua y los nutrientes de la tierra. Hoy, sin embargo, el monocultivo centrado en hortalizas de buena comercialización en los mercados regionales, aumenta generando presión sobre el recurso agua y las tierras agrícolas ‘comunitarias’, a la vez que desestructura el control, la gestión y la posesión de los recursos, como las bases de poder y autoridad de la comunidad. El pastoreo, por otra parte, se organiza bajo un sistema de control de terrritorios con pastos y vegas de propiedad comunal, aunque también existe un reconocimiento de sectores pertenecientes a una familia determinada.

    Actualmente, la introducción de ganado lanar y la paulatina disminución de los rebaños de camélidos domésticos, acrecentado por el desecamiento de las vegas altoandinas, han provocado el progresivo abandono de las estancias pastoriles más alejadas y de los pisos ecológicos puneños. El intercambio o trueque que se practica en menor medida, actúa como mecanismo de acceso a productos distantes, especialmente de Bolivia y el noroeste argentino, revitalizando el sistema de relaciones sociales y entre diferentes comunidades. Finalmente, a las actividades económicas tradicionales atacameñas se suma la integración al mercado por medio de la inserción de indígenas al trabajo asalariado en núcleos urbanos y a la venta de sus productos en los mismos mercados.

  • Arte

    Destacan en el arte atacameño la cerámica, la cestería, los textiles, la orfebrería, el baile y música. La antigua cerámica de esta región, la de la cultura San Pedro, era de un solo color, roja y negra, muy bien pulida. Se fabricaban pukos o escudillas, vasijas, jarras globulares, cántaros y tazas, algunas de ellas decoradas con rostros humanos representados de manera abstracta o con grabados geométricos de triángulos y escalonados. En el presente, se continúan realizando vasijas monocromas, jarros y pukos, algunas con modelados de animales. En cestería se confeccionan finos objetos utilitarios como grandes canastos y platos, aunque no con la misma variedad ni estilo de los exponentes prehispánicos de esta artesanía. Por otra parte, mantienen una rica y diversa tradición textil, con telares de suelo y de cintura se tejen bolsas, fajas, paños, frazadas, aperos para las cabalgaduras y algunas prendas de ropa. El baile y la música, por último, son manifestaciones artísticas y rituales centrales que se manifestan especialmente en las fiestas de los santos patronos de cada comunidad.

  • Organización Social

    La comunidad es la base de la organización atacameña, quien articula las relaciones sociales, económicas y religiosas del territorio colectivo donde participan las unidades familiares. Un individuo se hace parte de la comunidad en la medida que posee tierras cultivables y participa de los trabajos colectivos de mantención de, por ejemplo, los canales de regadío. Por el contrario, el pastoreo, no otorga este estatus porque es una actividad que no genera obligaciones con los otros.

    La comunidad es la que organiza y controla los recursos naturales de producción, la inclusión de nuevos miembros, la identidad y pertenencia de ellos, así como representa y defiende sus intereses tanto ante el Estado como ante otras comunidades. La estructura social de la comunidad puede componerse por más de un poblado o adaptarse a fases de crecimiento coyunturales de un núcleo habitacional.

    La expresión de gobierno principal es la Asamblea Comunal, compuesta por hombres y mujeres propietarios de terreno y jefes de unidades domésticas y presidida anualmente por un Alcalde o Presidente de Junta de Vecinos y su directiva. También existen sistemas de cargos donde participan, según experiencia y responsabilidad, todos los comuneros, como ‘juez de aguas’, ‘capitán’, ‘puricame’, ‘alférez’ u otro. Son cargos de obligación y respeto social, aunque de un fuerte desembolso de dinero, donde es fundamental la solidaridad de la familia extendida. Los parientes se clasifican según la proximidad y la ubicación, los parientes de sangre y políticos cercanos reciben la terminología occidental (padre, suegro, yerna, etc.), los más lejanos son la ‘parentela’.

    Asimismo es importante que, a la par del matrimonio como alianza, se contraiga otro tipo de vínculo, el del compadrazgo. En la actualidad, este sistema de organización vive tensos procesos de cambio ante la presencia del Estado, la economía de mercado, la emigración a la ciudad y la imposición de patrones culturales extraños, todos factores que debilitan y hacer perder autonomía a las comunidades atacameñas, pero que también permiten una constante reelaboración y reordenamiento de las mismas.

  • Culto y Funebria

    Dentro de la cosmovisión atacameña, algunos grandes cerros son sagrados a nivel local y/o regional, son considerados “aviadores” (del verbo aviar, proveer), o sea, están asociados al abasto de riqueza sea ganadera, mineral o a la de fuentes de agua, asimismo están ligados a la agricultura, a la fertilidad y a fenómenos atmosféricos y, por último, a la salud, la protección y la prosperidad. Por ende, están relacionados con ceremonias como la “limpia de canales” o rogativas dirigidas a la abundancia de agua y a la realización de ‘pagos’ u ofrendas en lugares considerados sagrados.

    Existe una dimensión ritual comunitaria y otra de carácter familiar. Para la primera, la actividad religiosa más importante es la fiesta del santo patrono de cada comunidad, muestra privilegiada del sincretismo andino-cristiano. La persona a cargo de la fiesta es el alférez, cargo voluntario de gran responsabilidad y costo. Actualmente, la realización de estas celebraciones se dificulta por la escasa población que permanece en las aldeas, los elevados montos económicos que implican y la tensión que existe por el avance de las iglesias protestantes en la región que no participan ni comparten estas creencias tradicionales. Existen además ceremonias colectivas vinculadas a actividades productivas, como es por ejemplo la “limpia de canales” y siembra o “el enfloramiento” y apareamiento del ganado. A nivel familiar, las ceremonias están ligadas al ciclo vital: bautismo, matrimonio, techamiento de la nueva casa y muerte, y otras relacionadas a la salud y el culto a los muertos. El especialista del ritual y de la medicina es el yatiri. La defunción es acompañada por un ritual que se divide en cuatro fases, a lo largo de todo un año. Primero, al fallecido se le canta y reza por un día y una noche, es el cóflar; luego, el difunto es vestido y la faja que uso en vida es cambiada por una de carácter mortuorio; el mismo día se lavan las ropas que le pertenecieron y el yatiri ‘limpia’ a sus familiares; después de un año de transcurrida la muerte, se realiza una ceremonia llamada “el cabo de año”, donde el yatiri da la partida definitiva al difunto.

  • Patrón de Asentamiento

    El entorno atacameño está ordenado económica y socialmente. El medioambiente se divide en tres: la “chacra”, compuesta por las terrazas agrícolas y el lugar habitacional estable; el “campo”, donde pastorea el rebaño y se ubica la estancia como unidad habitacional de uso transitorio y, por último, el “cerro”, el espacio silvestre donde se recolecta leña y vegetales, se caza o pastan los camélidos.

    El patrón de asentamiento es disperso, o sea, en torno al núcleo aldeano se articulan las unidades agrícolas y más distantes las ganaderas dependientes de él. Las viviendas son recintos rectangulares hechos de piedra, barro y vigas de madera de algarrobo o de cactáceas, techadas con paja. Sobre el techo disponen compartimentos circulares pequeños de adobe que utilizan a modo de granero para guardar maíz, papas, porotos quínoa, algarrobo o chañar. Al construirse una nueva casa se realiza, en primavera, su techamiento con cortadera y paja brava. Una vez terminada la tarea, sobre el techo se pone una cruz con extremos de lana de color rojo y blanco para combatir ‘al maligno’. Incluido dentro del patrón de asentamiento atacameño se encuentran también las construcciones de sus complejos conjuntos de terrazas o andenerías y canales de regadío que caracterizan su sistema agrícola.

  • Historia

    Los atacameños, atacamas o licanantay, que en su lengua querría decir ‘los habitantes del territorio’, son descendientes de la cultura arqueológica San Pedro, cuyos antecedentes se pueden seguir al menos hasta 1500 años atrás. A principios del siglo XV, el gobernante Inka Túpac Yupanqui conquista los territorios de los atacameños, reorganizándolos social y políticamente, imponiendo, a la vez, una nueva religión –el culto al sol– , cambiando algunos ritos como, por ejemplo, el consumo ceremonial de sustancias alucinógenas por el de hojas de coca.

    A esta época corresponden los tramos de la red vial Inka que conectaban salar de Atacama con el altiplano y el actual noroeste argentino. La llegada de los conquistadores hispanos al oasis atacameño hacia 1536, es resistida durante las primeras décadas por la población indígena y solo en 1556 lo zona es definitivamente pacificada a través del tratado de paz de Suipacha. A fines del siglo XVI, se inicia el período colonial en la zona con sus consecuentes entregas de mercedes de tierra, encomiendas y evangelización, llegando a alcanzar el poblado de San Pedro relevancia geopolítica macroregional. Durante el siglo XVII, los atacameños sufren fuertes cambios culturales y tecnológicos, como la introducción del ganado mular, también comienza un progresivo despoblamiento de la zona. En el siglo XVIII, ante la crisis y transformaciones que vive el mundo indígena andino, germinan los alzamientos mesiánicos de Túpac Amaru y Tomás Catari, extendiéndose a Atacama bajo el liderazgo de Tomás Paniri, nativo de la zona.

    Luego de independizarse de España en 1824, terminando el período colonial, Atacama pasó a formar parte de la República de Bolivia , desarrollándose grandemente gracias a un activo mercantilismo en el que se vió involucrada. Al término de la Guerra del Pacífico en 1883, la región fue anexada a Chile. Bajo la administración chilena la economía de la región se volcó primero a la explotación del salitre y posteriormente a la del cobre, iniciándose la migración, la proletarización de la población indígena y la usurpación de los recursos de agua del territorio para necesidades industriales. Actualmente, 21.015 personas se identifican como atacameños o licanantai, representando el 3,04% de la población indígena chilena.

  • Lengua

    La lengua vernácula del pueblo atacameño fue el kunza, hoy extinto al menos desde principios del siglo XX. Perduran algunos rasgos de él principalmente en sus ceremonias y cantos rituales, pero sobre todo en la toponimia de su territorio. Como lengua pertenece a la familia macro-chibcha, de la sub-familia paezano. Es decir, no es de origen andino-ecuatorial, como lo es el quechua y el aymara. Los atacameños protohistóricos fueron poliglotas, dominaron además el aymara, quechua y luego el castellano.

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