Pertenecen al grupo de nómadas del mar o canoeros australes. Fundamentales en su vida eran las embarcaciones llamadas dalcas, de tres tablas encorvadas al fuego: una tabla al centro y otras dos a los costados para formar una canoa larga y angosta. Las tablas se cosían con sogas torcidas, hechas de cortezas machacadas de una caña llamada culeu. Después se calafateaban con hojas de fiaca o mepoa, sobreponiendo cortezas de maque. Tenían un ancla hecha de piedras y madera. Soportaban hasta doscientos quintales de carga y hasta diez tripulantes, la mayoría de los cuales remaba. Si había viento favorable, izaban la vela. Esta embarcación, así como la destreza de sus tripulantes, fue digna de la admiración de los cronistas.
Los chonos hacían una división sexual del trabajo. Los hombres se dedicaban a la pesca y a la caza del lobo marino. Éste no sólo era muy apreciado por su carne, sino también por su aceite y por su grasa, de la cual hacían una bebida. Ellos eran también los encargados de armar la choza en tierra firme. Los más jóvenes cazaban pájaros en la noche, encandilándolos en sus nidos y haciéndoles caer en las canoas donde los remataban a palos. Las mujeres recolectaban mariscos de roca y de profundidad, éstos mediante el buceo, para el cual se entrenaban desde temprana edad, comenzando a los tres o cuatro años. Llevaban en sus bocas o al cuello un canasto donde acumulaban lo recogido antes de emerger. Ellas también recolectaban algas, hongos, huevos y leña para el fogón. En la región de las Guaitecas sembraron maíz (utilizado para hacer un tipo de bebida alcohólica), papas, algo de cebada y criaban unos “perros lanudos” de los cuales hacían sus ropas (probablemente eran guanacos).
Aunque se sabe que tenían perros para ayudarles en la obtención de alimentos: estaban especialmente entrenados para sumergirse en el mar y para traer pescados que depositaban en redes sostenidas por dos mujeres. Si una ballena varaba, se aprovechaba su carne, cuero y barbas. Fabricaron lanzas, macanas y puñales de hueso, hachas y cuchillos de piedra, anzuelos de madera y redes de la fibra de un árbol que llamaban quantu; de él también elaboraron mantas y cestería. El uso del arco y flecha se menciona como ocasional.