Museo Chileno de Arte Precolombino

Muchos de los temas escultóricos de esta cultura, la mayoría de arcilla, insinúan fuertes lazos con Mesoamérica, especialmente con la tradición de Monte Albán, del valle de Oaxaca. Estos contactos con el altiplano central y quizá con el occidente de México y la herencia recibida del pueblo de Chorrera, hacen de Jama Coaque una expresión única en los Andes. Sabemos que desde tiempos Chorrera, las aves dentro de la iconografía ecuatoriana ocupan un sitial importante; pero es con las culturas de los Desarrollos Regionales, en donde estas especies adquieren una recurrencia marcada. Generalmente se las representa formando parte del tocado. En el caso de esta imagen, no hacen sino reafirmar la condición del personaje. Tanto estos elementos, como las orejeras, que quizá evocan a un pez, una nariguera, la antara, y en realidad toda la composición se repiten en forma muy normada en esculturas de arcilla de este pueblo, así es que probablemente representan a una deidad o personaje mítico. La música fue fundamental en la vida de los antiguos americanos. La flauta de pan estuvo muy definida en los Andes y se han recobrado ejemplares de hueso, cerámica, cañas y de metal. Se conocen antaras de greda que tienen entre 3 a 14 tubos, en tanto que las de caña pueden llegar a tener hasta veinticuatro tubos. La embocadura suele ser ovalada o elipsoidal y el interior del tubo es perfectamente cilíndrico. Entre los Moche, la antara fue utilizada en pares, tal como parece ser el caso del músico de Jama Coaque. Es probable que los ecuatorianos tuvieran una escala musical similar a la de sus vecinos sureños, que es diatónica sin semitonos. En el caso de los Moche, los ejemplares de doble hilera, como el que se ilustra, obedecen a un sistema de construcción del instrumento, siendo la segunda hilera el soporte y la primera, la reproductora de sonido.