La arquitectura abarca todo el ambiente físico construido por el ser humano, es el conjunto de modificaciones materiales efectuadas sobre un entorno natural con el objetivo de satisfacer necesidades humanas como el cobijo. A partir de esta necesidad básica de refugio, la arquitectura dio paso a la construcción de grandes ciudades, palacios y monumentos destinados a satisfacer otros intereses de los grupos humanos.
Hasta la construcción más simple requiere de algunos elementos básicos, por ejemplo: puertas, ventanas, chimeneas o áreas para hacer fuego y espacio para cocinar y descansar. En edificaciones más complejas, las estructuras se especializan y aparecen corredores, escaleras, plataformas y habitaciones con diferentes funciones. Hay elementos de la arquitectura que están determinados por factores externos como el clima o los materiales de construcción disponibles, sin embargo, las formas de organizar el espacio, darle forma y función son parte de decisiones culturales específicas. Estas son el fundamento de los diversos estilos y tradiciones arquitectónicas a lo largo de la prehistoria en las distintas partes del mundo. Imagen 1.
Los primeros lugares de habitación fueron principalmente cuevas y abrigos rocosos naturales que eran simplemente ocupados. Es en estos lugares donde suelen encontrarse las evidencias más antiguas de actividad humana. Presumiblemente, las primeras viviendas construidas fueron hechas con materiales ligeros y perecibles, fundamentalmente maderas y plantas que posteriormente fueron revestidas con barro para hacerlas más resistentes. Estas construcciones ligeras no sobrevivieron hasta nuestros días. Por el contrario, aquellas hechas en piedra y adobe han perdurado en distintas partes del mundo. Una de las evidencias más tempranas corresponde a la ciudad de Jericó, cerca del río Jordán en Palestina. Los restos de la ciudad se hallan en un gran montículo de construcciones sucesivas derrumbadas que dan lugar a una especie de colina conocida como tell. Las construcciones más antiguas en Jericó corresponden a una muralla y una torre, con fechas entre los años 8300 y 7800 a.C. Antes de esta época, el área geográfica donde se encuentra la ciudad fue ocupada por la cultura Natufiense, que fue una de las primeras en desarrollar la agricultura en el mundo. A ella corresponden los primeros asentamientos estables, caracterizados por viviendas circulares semisubterráneas con bases de piedra y paredes hechas con materiales perecibles como madera o fibras. El sitio más grande de esta época neolítica es Çatalhöyük, y está ubicado en el sur de la actual Turquía. En esta antigua ciudad, aparecen las primeras construcciones rectangulares hechas con un armazón de vigas de madera rellenas con ladrillos de barro y estucadas. Estas viviendas no tienen puertas ni ventanas y están una pegada a la otra, de manera que en esta ciudad no existen calles. La entrada a cada casa se hacía por una abertura en el techo plano, por la que se descendía hasta el interior a través de una escalera. Aparentemente, cada barrio tenía un patio que servía de baño y basurero. A diferencia de Jericó, Çatalhöyük no está rodeado por un muro y su tamaño es cuatro veces mayor, abarcando una extensión total de 15 hectáreas. Imagen 2
Existen otras evidencias de arquitectura en el mundo antiguo pero cuya función no fue albergar a personas a modo de aldeas o ciudades. Estas estructuras, conocidas como megalitos, son enormes bloques de piedra erigidos verticalmente formando grandes círculos o alineaciones. El megalitismo es propio del Neolítico europeo y se extiende hasta inicios de la Edad del Bronce, es decir aproximadamente entre los años 4500 y 1500 a.C. Algunos de estos conjuntos megalíticos están asociados a tumbas y cementerios, aunque en muchos de ellos no se han encontrado restos humanos. Se presume que su función era netamente ceremonial, a juzgar por las relaciones descubiertas entre la disposición de las piedras y los ciclos astronómicos y solares.
En el continente americano existen fechas muy antiguas para las primeras aldeas. Los estudios del sitio Real Alto en la costa Pacífica del Ecuador, han permitido observar restos de viviendas identificadas a través de marcas en el suelo dejadas por los postes que soportaban los techos. Las pequeñas construcciones, datadas entre los años 3800 y 3200 a.C., tenían formas ovaladas y fueron construidas con varas de madera flexible que eran arqueadas al centro y amarradas entre sí. Los pisos estaban cubiertos con conchas, las que posiblemente protegían a los habitantes de la humedad del suelo en épocas de lluvias. Imagen 3.
En el área Andina, los primeros asentamientos estables conocidos aparecen hacia el año 3000 a.C. Son sitios con arquitectura monumental y sus habitantes sustentaban su modo de vida fundamentalmente con los productos del mar y algunos cultivos. Generalmente, los sitios se ubican en la costa desértica del Perú y no forman ciudades, sino más bien centros de carácter ceremonial con construcciones piramidales, plataformas y plazas hundidas. Sitios como Aspero y Caral (Valle del río Supe), Cerro Culebras y El Paraíso (desembocadura del río Chillón), Bandurria (costa norcentral, departamento de Lima), son muestra de esta prolífica arquitectura monumental temprana. También hay evidencia de este tipo de construcciones en el interior de los valles andinos, representada por sitios como Kotosh (2500 a.C.) y La Galgada (2200 a.C.), cuya arquitectura muestra fuertes similitudes con la costera. Una de las pocas evidencias de asentamientos sencillos que anteceden a estas complejas construcciones se encuentra en Chilca, un sitio al sur del departamento de Lima, donde se han encontrado los restos de una pequeña aldea de pescadores que vivían en chozas circulares hechas con juncos, cañas y esteras asociados a un cementerio con distintos tipos de entierros que datan de alrededor del 3750 a.C. Los habitantes de esta aldea muestran los primeros vestigios de experimentación con algunos cultivos como la calabaza y la yuca. Imagen 4.
En Mesoamérica, las primeras aldeas estables se han datado entre los años 2000 y 1300 a.C. y se asocian con los inicios de la agricultura. En el México central surgen poblados a orillas del lago Texcoco, como Cuicuilco, Zacatenco, El Arbolillo y Tlatilco, algunos de los cuales se convertirán posteriormente en importantes centros ceremoniales. Probablemente, muchos de ellos comenzaron siendo pequeñas aldeas con viviendas fabricadas de barro y cañas. Hacia el sur de México, específicamente en el valle de Oaxaca, se encuentra San José Mogote, una aldea del año 1500 a.C. que presenta arquitectura monumental caracterizada por plazas y plataformas piramidales de hasta diez metros de altura. La mayor parte de estos sitios tuvieron gran importancia ceremonial y muchas veces la población común continuaba viviendo en los alrededores a la usanza tradicional. Imagen 5.