La era de los enturbantados 2000 A.C. – 500 D.C.
La lana de camélido era un artículo del alto prestigio, que los primeros agricultores ostentaban en la cabeza bajo la forma de turbantes y gorros.
A partir de 2000 a.C., las sociedades del norte de Chile empezaron a combinar la caza, la recolección y la pesca con la agricultura, a organizarse en comunidades más grandes y a construir los primeros caseríos y aldeas. Crearon sus primeros objetos de cerámica y adornos de metal, y utilizaron el algodón y la lana de camélido para confeccionar vestimentas. Con la domesticación de la llama, el tráfico de caravanas asumío un papel cada vez más importante en los intercambios económicos, influyendo en la transmisión de nuevas tecnologías, instituciones y formas simbólicas.
Los habitantes de Tarapacá establecieron estrechos lazos culturales con las sociedades del altiplano, que buscaban complementar su economía con productos de las tierras bajas, especialmente con Pucara, un prestigioso reino agroganadero del lago Titicaca. Al interior de las comunidades del desierto aparecieron desde entonces las primeras diferencias sociales entre los individuos.
La gente de Antofagasta, por su parte, cultivó vínculos con las sociedades del sur de Bolivia y del noroeste de Argentina, con las cuales compartían niveles de desarrollo cultural muy parecidos y un vivo interés por intercambiar diversos productos. Aunque más tardíamente que en Tarapacá, en Antofagasta se hizo sentir también una fuerte influencia ideológica de los reinos del lago Titicaca.
Turbantes hechos con madejas de lana y gorros de forma globular, son los tocados que prevalecieron en esta época. Los primeros tuvieron un uso principalmente funerario y sirvieron para lucir la riqueza de aquellos que tenían acceso privilegiado a la lana altiplánica. Los segundos señalan la época en que los tejidos a telar comenzaron a popularizarse en el desierto.
Animación construcción gorro turbante