Bajo el imperio de los Inkas 1450 – 1535 D.C.
Durante la ocupación inkaica, la región de tarapacá proporcionó productos marinos y agrícolas al imperio, en cambio la región de Antofagasta proveyó recursos mineros.
La expansión del Imperio Inka se basó en la conquista militar de numerosos grupos étnicos, desde el sur de Colombia hasta Chile central. Una vez dominados los señoríos aymaras del altiplano, los inkas gobernaron a través de ellos a los pueblos del extremo norte de Chile. Cerca de la costa construyeron varios asentamientos, pero la presencia imperial es más evidente en la sierra, especialmente junto al Camino Inka. El rol de esta región para el Estado, fue proveer productos marinos y artículos agrícolas de tierras más cálidas a los asentamientos estatales vinculados por el sistema vial. También operó como fuente de suministros a los señoríos previamente “inkanizados” del altiplano.
Antofagasta, en cambio, fue una provincia minera para el Imperio. Mediante alianzas con las elites de la región, pero superponiendo un nivel de gobierno más alto, los inkas involucraron a la población local en relaciones de tributo con el Estado. Los inkas estaban interesados en la milenaria experticia de los atacameños en la explotación de diversos metales, piedras semipreciosas y tierras de colores. Para controlar estos recursos, así como la producción agrícola y ganadera de apoyo, construyeron centros administrativos en el río Loa y en el salar de Atacama, todos unidos por una red de caminos equipada con centros secundarios, tambos y marcadores camineros.
Muchos de los gorros del período anterior parecen haber prolongado su uso hasta esta época, pero en el extremo norte aumentó la presencia de gorros troncocónicos y gorros hemisféricos asociados con los señoríos altiplánicos y el dominio inkaico.
Animación construcción de un gorro troncónico de Arica