Changos y majadas de cabras ,Cachinal de la Costa,Cordillera de la Costa de Atacama ,al interior de Pan de Azucar. Grabado de R.A.Philippi, 1860.

Grabado del siglo XVIII de un chango tripulando una balsa de cuero de lobo. M. Frezier 1902 [1712]. Relación del viaje por el Mar del Sur y las costas de Chile i Perú,durante los aííos 1712, 1713 i 1714. Imprenta Mejía, Santiago de Chile.

Los Changos

Eran calificados de “primitivos”, pero los Changos y sus antepasados lograron desarrollar muchas de las técnicas básicas de pesca usadas actualmente.

Fueron descritos por los europeos del siglo XVI como “gente bruta”, “pobres” y “bárbaros”, por la sencilla cultura material que poseían, y hasta como malolientes, por su costumbre de beber sangre de lobo marino y untar su cuerpo con aceite de lobo y grasa de ballena. Eran los changos, últimos exponentes de los recolectores, pescadores y cazadores que durante 10 mil años ocuparon el litoral del Pacífico entre el sur del Perú y Coquimbo.

Al parecer no eran un solo grupo étnico, sino poblaciones diferentes, especializadas en los diversos aspectos de la vida marítima. Conocidos inicialmente como “uros pescadores”, “camanchacas” o “proanches”, desde mediados del siglo XVII comienzan a ser denominados “changos”, apelativo que prevaleció hasta bien avanzado el siglo XX con cierta connotación despectiva.

Dueños de una gran capacidad para movilizarse con sus balsas a lo largo del litoral y una notable habilidad para aprovechar en forma integral y sustentable los recursos del mar, estos habitantes de las nieblas costeras tienen mucho que enseñarnos. Cuando en el presente han desaparecido tantas especies marinas por sobreexplotación y contaminación, es válido preguntarse quiénes son en realidad los primitivos y quiénes los civilizados.

Esta exposición reivindica la memoria histórica de los changos y sus ancestros más remotos, mostrando sus innovaciones tecnológicas y las diferentes dimensiones de su vida espiritual, para demostrar que simpleza no es sinónimo de barbarie, sino, muchas veces, de un equilibrio inteligente con el medio en que nos toca vivir.