La cultura Chimú se desarrolló en la costa norte del Perú, alcanzando a dominar en su momento de auge unos 1300 km de extensión. Con su centro de origen en el valle del río Moche, este Estado fue paulatinamente incorporando territorios y poblaciones desde el valle de Tumbes, por el norte, hasta el valle de Chillón, por el sur. La mayor parte de este territorio se caracteriza por ser un desierto costero muy árido, pero atravesado por una gran cantidad de ríos que traen agua desde los Andes. Estos ríos forman valles fértiles que contrastan con el desierto que los rodea, ofreciendo significativos recursos vegetales, animales e hídricos. A su vez, el mar que baña sus costas, dominado por la corriente de Humboldt, es uno de los más productivos del mundo, constituyéndose en una de las principales fuetes de recursos, tanto para los Chimú, como para quienes los antecedieron y sucedieron. Paradojalmente, este árido territorio sufre cada cierto tiempo de los efectos de la corriente de “El Niño”, con su secuela de lluvias torrenciales e inundaciones.