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EL VUELO DEL CÓNDOR

“Al sobrevolar el Alto Loa impresiona observar el cerro Sirawe, con sus arenas de dos colores que semejan un gran ojo movido por el viento. La mirada del Sirawe vigila la legendaria pampa Cuestecilla, interrumpida por una enorme grieta en el paisaje: el cañón del río Loa”.

Sesenta metros más abajo, vemos zigzaguear las aguas del río, como una gran culebra que da vida al desierto, en cuyas verdes riberas, la humedad destaca en medio de la aridez absoluta. Allí, brotando desde milenarias napas subterráneas, las burbujeantes y cálidas aguas de dieciséis manantiales alimentan densos pastizales, que son la delicia de las llamas del lugar. A pocos metros de este lugar, está el Alero Taira y su arte rupestre.