El chamán del gorro felino

Los chamanes de San Pedro señalaban su capacidad de acceder a su alter ego felino por medio de gorros que representaban a estos animales mediante orejas y manchas de la piel de felinos selváticos.

Una parte importante de la capacidad de un chamán de San Pedro de Atacama radicaba en su posibilidad de contactarse con su alter ego animal, mediante el uso de poderosas sustancias psicotrópicas que inhalaban por la nariz. Durante las visiones y experiencias sensoriales que estas sustancias producen, el chamán sentía convertirse en felino, accediendo por medio de este animal al mundo sagrado en búsqueda de respuestas sobre los problemas que aquejaban a la comunidad o a los individuos. Esta capacidad de invocar a lo divino por medio de su “otro-yo” animal, fue representada en el mundo precolombino de muchas maneras y entre los pueblos del desierto atacameño fue común que los chamanes lucieran en su cabeza un gorro que representaba a un felino. La fuerza simbólica de esta prenda, además de contener evidentes referencias a la forma de la cabeza de estos animales, tales como las orejas o el característico pelaje manchado de los jaguares de la selva, residía en gran medida en que era “localizada” sobre la cabeza del chamán como una personalidad paralela que podía aflorar cuando era necesario. Estos símbolos, sumado a la administración controlada de las mismas sustancias alucinógenas, ayudaban a reforzar la confianza de las personas comunes que recurrían al chamán en busca de ayuda para sanar una enfermedad, inquirir sobre el futuro o cualquier otro tipo de consejo.