Grabados con motivos de camélidos esquemáticos, vinculados al arte inkaico. Río Salado, Provincia de El Loa.

Pictografía de personaje con túnica ajedrezada y casco emplumado. Detalle del panel de arte rupestre en el valle de Quisma, Pica.

Escudilla acampanada con personajes con túnicas ajedrezadas. Cerámica. Diaguita-Inka. Región de Coquimbo. MALS

Bolsa y miniatura de unku (túnica) con diseños ajedrezados. Fibra de camélido. Inka, Norte de Chile. MCHAP y MC. Escudilla con personajes con túnicas ajedrezadas. Cerámica. Diaguita-Inka.

Pictografía de un rectángulo ajedrezado. Cueva Morro del Diablo, Chacabuco, Región Metropolitana.

Pictografías con motivos de bandas de rombos, vinculados al arte inkaico. Cueva Morro del Diablo, Chacabuco, Región Metropolitana.

Arte rupestre

El imperio usó al arte rupestre para mantener a los pueblos conquistados bajo su tutela.

En las afueras de los centros poblados, muchas veces junto a caminos inkaicos, en pasos estrechos, cuevas y otros lugares percibidos como residencia de espíritus peligrosos, el Inka mandaba a pintar las rocas con representaciones de unkus o túnicas andinas, o bien, personajes ataviados con estas túnicas. Eran parte de los rituales de conquista e incorporación de nuevos territorios al Imperio. Después que los pueblos eran derrotados militarmente u obligados por medios diplomáticos a integrarse al Tawantinsuyu, estas imágenes eran inscritas en el paisaje como un recordatorio perdurable de las obligaciones contraídas por los jefes locales con el Inka. Hay muchos sitios con este tipo de pictografías en los Andes. En el Collasuyu y particularmente en Chile, se representaron unkus ajedrezados como los que vestía el ejército inkaico. Estas imágenes de túnicas militares, pintadas en lugares considerados como amenazantes o sobrenaturales por la población local, pueden haber operado como disuasivos ante eventuales intentos de rebelión. Esta pictografía, localizada en las cercanías de Pica, muestra a la izquierda un quipu y a la derecha un guerrero con casco emplumado y túnica con tokapus ajedrezados. Señala y, a la vez, asegura el sometimiento de la población de ese oasis al dominio cuzqueño.