Epílogo

Iniciada hacia comienzos del siglo XV, la ocupación de Chile por los inkas dejó su rastro en una infinidad de asentamientos, minas, cementerios y sitios ceremoniales, desde el valle de Lluta en el extremo norte del país hasta casi las puertas de Rancagua en Chile central. Estas huellas  debieran recordarnos que alguna vez casi la mitad de nuestro país perteneció al más poderoso imperio de su tiempo y estuvo ocupada por gente que acompañaba a los conquistadores cuzqueños venida de los más diversos lugares de los Andes. Una matizada amalgama étnica que, de una u otra manera, corre por las venas de cada habitante de Chile.