Indígenas barasanas y barás colando la bebida del yajé (Banisteriopsis caapi) en una vasija ritual policromada que simboliza el regreso al útero materno efectuado durante el trance. El chamán -a la derecha- prueba el líquido. (Pirá-Paraná, Vaupés, Amazonía). Foto Gerardo Reichel-Dolmatoff (1968), Archivo Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República.

Chamán bará inhalando vihó, una sustancia alucinógena preparada con la corteza de un árbol (Virola sp.). El inhalador está hecho de huesos de ave y el contenedor del rapé, de un caracol. (Pirá-Paraná, Vaupés, Amazonía). Foto Gerardo Reichel-Dolmatoff (1968), Archivo Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República.

Las plantas de poder

Entre las sociedades indígenas las plantas son seres animados que interactúan con el hombre. Los árboles representan la imagen del cosmos y del territorio, también son gente y tienen diferentes tipos de sangre. Todas las plantas poseen diversos grados y clases de “energía” que les otorgan su poder de curación y transformación. Los hombres asumen una identidad vegetal en cuanto se definen como Hombres de Maíz, Hombres-Yuca, Hombres-Coca u Hombres-Tabaco.

Los sacerdotes, chamanes y otros hombres adultos de ciertos grupos emplean diversas plantas -coca (Erythroxylum coca), tabaco (Nicotina tabacum), yopo (Anadenanthera peregrina), yajé (Banisteriopsis caapi) y muchas otras- en su vida religiosa, para entrar en contacto con los Dueños de los animales, los Dioses o los Espíritus de los antepasados. Son plantas fundamentales en los ritos de adivinación, curación y preparatorios de la cacería, y fuente de conocimiento.