Chimú, laberintos de un traje sagrado – 2005
Las ciudadelas prohibidas
Construidas sucesivamente entre los siglos IX y XV, las herméticas ciudadelas de Chan Chan – con sus muros imponentes y su única entrada – remarcan el carácter exclusivo y sagrado de la arquitectura donde residió la poderosa dinastía de once reyes que gobernaron Chimú. El acceso estaba estrictamente prohibido para el común de la gente.
Un laberinto de estrechos corredores, flanqueados por altos muros de barro que bloquean la vista, comunica los diferentes sectores internos de los 11 monumentales palacios reales de Chan Chan. Cada ciudadela contiene un primer sector con grandes plazas amuralladas dotadas de rampa, proscenio y estatuas de madera encajadas en las paredes. Allí se realizaban ceremonias cívico-religiosas del más alto nivel.
En un segundo sector se disponen decenas de cuartos en forma de U, con motivos geométricos y de animales bellamente labrados en los muros. Algunos cuartos sirvieron como bodegas estatales para acumular artículos valiosos. Otros, conocidos como “audiencias”, fueron oficinas administrativas donde estos bienes eran redistribuidos entre los miembros de la elite. En este sector se encuentra también la cisterna o reservorio -repleto de plantas y peces- que era la fuente de agua dulce para los residentes.
El tercer sector es el más oculto y privado de la ciudadela. Contiene la sacrosanta plataforma funeraria a la cual se subía por una rampa lateral. En una tumba en forma de T descansaban los restos del Ci Quic o Emperador de turno. Detrás estaban las cocinas y chicherías, así como las viviendas del personal de servicio.
Cada ciudadela fue en su momento la sede principal de gobierno y el centro de redistribución de la riqueza del reino. Cuando el poder pasaba a un nuevo gobernante, éste construía su propio palacio y los descendientes del gobernante fallecido continuaban usando su antigua ciudadela, la que retenía en parte sus funciones políticas y especialmente económicas.