Vestimenta de un guerrero pintado en una botella de cerámica Moche (400 – 600 d.C.), costa central de Perú. MCHAP 2085.

Vestimenta de un llamero modelado en una botella de cerámica Recuay (200 – 600 d.C.), centro de Perú. MCHAP 0283.

Vestimenta de un personaje representado en una vasija cerámica Nasca (100 a.C. – 700 d.C.), costa sur de Perú. MCHAP 0285

Importancia de la ropa en los Andes

La ropa tejida era el objeto de mayor prestigio en los Andes. Se la usaba como insignia visual de la membresía de grupo del individuo, existiendo una identidad esencial entre el sujeto y su atuendo. Todos los momentos importantes en la vida de una persona estaban marcados por la práctica de regalar o intercambiar textiles.

No hubo en los Andes otro objeto más preciado y de mayor prestigio que la ropa. Nadie, ni siquiera los dioses, podían quedar sin vestuario, existiendo una identidad esencial entre la persona y su atuendo. Los hombres generalmente vestían un gran taparrabo y una túnica que dejaba dos aberturas para los brazos y otra en el centro para pasar la cabeza. El traje de las mujeres, en cambio, era más grande y largo que el de los hombres. Rodeaban el cuerpo con una gran tela rectangular, que amarraban sobre los hombros y ceñían a la cintura con una faja. Completaba el atuendo femenino una manta que llevaban sobre los hombros y cuyos extremos unían por delante con un prendedor.

Todos los momentos importantes en la vida de un sujeto estaban marcados por la práctica de regalar o intercambiar textiles. Era una manera de designar y confirmar el nuevo estatus que adquiría la persona al pasar a la adultez, al casarse o al fallecer. También se regalaba ropa a los derrotados para iniciar una relación más pacífica o como signo de una nueva alianza política. Por último, grandes cantidades de textiles eran periódicamente quemados o enterrados como ofrendas a modo de sacrificio a los dioses.

Una de las funciones básicas del atuendo era servir como un emblema o insignia visual de la membresía de grupo del individuo. Diseños brillantes, coloridos y altamente significativos daban al observador una idea inmediata acerca de la identidad étnica y otras características sociales y políticas de la gente con la que se encontraban.