Cápsula de algodón en plantación en el valle de Ferreñafe, costa norte del Perú

Campos de cultivo en Chan Chan.

Campos de cultivo de algodón en el valle de Ferreñafe, costa norte del Perú

Economía de un imperio

La sociedad Chimú vivió de la agricultura de riego en los valles y de la explotación de los recursos del mar, pero además gozó de una floreciente industria artesanal de bienes valiosos y desarrolló un intenso comercio en otras regiones.

Mediante acueductos que transportaban agua desde enormes distancias y una red de canales de regadío, los campesinos ganaron grandes extensiones de tierra al desierto para cultivar maíz, calabazas, ají, porotos, algodón, yuca y otros productos agrícolas. También cultivaron árboles frutales que producían pacay, papayas, chirimoyas y lúcumas.

En las playas y roqueríos practicaron la recolección de moluscos, crustáceos y algas marinas, incluso el buceo para internarse en aguas profundas. Los pescadores se adentraban mar adentro en pequeñas embarcaciones de totora para la pesca con anzuelo y en grandes balsas para la captura con redes.

Sus artesanos fueron diestros en el arte plumario, el tallado de la madera, la confección de esteras y el trabajo en conchas y piedras semipreciosas. Muchos de sus objetos de cobre y bronce más notables provienen de la tradición metalúrgica del vecino y poderoso Reino de Lambayeque, al que conquistaron hacia 1375 d.C. Dos artesanías fueron realmente sobresalientes: el delicado trabajo del oro y la confección de finos textiles.

A cambio de muchos de estos bienes los comerciantes chimú obtuvieron papas, lana, cueros, carne y otros productos de los pastores de la sierra; coca, madera, monos y plumas de aves de la selva tropical; y conchas de Spondylus de la lejana costa ecuatoriana, entre muchos otros artículos. En el centro de la ciudad de Chan Chan, hay dos terminales caravaneros, donde más de 600 individuos tenían a su cargo el transporte a lomo de llama de bienes suntuarios y de subsistencia desde y hacia la urbe.