Quipu con Cordeles Superiores. Fibra de algodón. Laguna de los Cóndores, Chachapoyas, Perú. Colección Museo Leymebamba del Perú, N° INC-0108 (Fotografía: Yutaka Yoshii).

Quipu con cordeles envueltos en hilos de colores. Fibra de algodón y de camélido. Imperio Wari (500 – 1000 d.C.), Costa Central del Perú. Probable antecedente de los quipus inkas. Colección American Museum of Natural History, New York, N° 41.2/7679 (Fotografía, gentileza del AMNH).

Contar Anudando

Se dice que los estados andinos fueron los únicos estados de la antigüedad que carecieron de escritura. Los inkas, sin embargo, tuvieron el quipu (“nudo” en quechua), un ingenioso instrumento de cuerdas anudadas que era empleado por funcionarios estatales para registrar información a lo largo y ancho del Imperio. Quienes lo hacían y usaban recibían el nombre de quipucamayoc.

Tras la conquista del Perú por los españoles a partir de 1532, se supo que la información contenida en los quipus incluía tanto registros estadísticos cuantitativos como relaciones narrativas. Es decir, comprendía datos censales y contabilidad tributaria, pero también proezas y hazañas, genealogías, poemas y canciones.

Existen en la actualidad unos 600 ejemplares de quipus en colecciones públicas y privadas del mundo. No obstante, descifrar la información que contienen es una tarea larga, difícil y todavía inconclusa. Somos capaces de decir que tal cuerda en un quipu contiene, por ejemplo, el valor numérico 234, pero aún no podemos responder la pregunta: “¿234 de qué?”. Tampoco hemos logrado descifrar aún el modo en que los quipucamayoc contaban mitos, historias o genealogías. O sea, tenemos una gran cantidad de archivos inkas, pero recién estamos aprendiendo los rudimentos para leerlos. Quienes investigan los quipus encaran el desafío de demostrar que los administradores e “historiadores” inkaicos utilizaban un verdadero sistema de escritura.