Quipucamayoc cumpliendo sus funciones en Arica, vestido a la usanza inkaica en esta región del Collasuyo. Ilustración, José Pérez de Arce.

Unku o túnica andina Inka procedente de Arica. Tejido en tapicería con fibra de camélido. Colección Museo Arqueológico San Miguel de Azapa, Arica.

Los hombres del Collasuyo en Arica usaron un sombrero en forma de “fez turco”, a veces, coronado con un penacho de plumas. Tejido en cestería, con fibra vegetal y camélido. Museo Chileno de Arte Precolombino, DSCY 2901. Fotografía, Fernando maldonado.

El Quipucamayoc

Los quipucamayoc eran funcionarios del Estado Inka especializados en el uso de los quipus. Hijos y nietos de nobles o de personajes honorables, habían sido educados en el oficio por los sabios o amautas desde muy temprana edad. Los más importantes eran el Secretario del Inka y el Secretario del Consejo Real; les seguían el Contador Mayor y Tesorero del Tawantinsuyu. Otro quipucamayoc importante era el Administrador de Provincias. No obstante, en cada ciudad, villa y pueblo -por modesto que fuese- había estos “escribanos”, contadores y tesoreros del Imperio.

Los quipucamayoc servían de apoyo a los administradores de collcas o depósitos estatales para llevar cuenta de la existencia de los productos almacenados. También ayudaban a los agrimensores para distribuir la tierra, a los cobradores de impuestos para el control de los contribuyentes y a los astrólogos para predecir las épocas de siembra y cosecha. Llevaban las cuentas de los niños nacidos, de los casamientos efectuados y de las parcelas de tierra concedidas a las familias recién constituidas. Registraban en los cordeles el monto de lana que los pastores obtenían anualmente de los rebaños estatales, la cantidad de maíz que los campesinos cosechaban al año, las hojas de coca que recogían en los valles cálidos, la cantidad de papas, porotos, algodón o quínoa que cosechaban en sus campos de cultivo. Sabían qué fecha era un día determinado, qué distancia habían recorrido desde la salida de un pueblo, cuántas prendas textiles se habían tejido, el número de vasijas fabricadas, cuántas hachas de bronce se habían fundido, la cantidad de oro o cobre extraído, el número de peces capturados o cuánto fertilizante se había obtenido en las islas guaneras. Nada escapaba a estos hábiles funcionarios del Estado.

Según el cronista indígena Guamán Poma de Ayala, a través de los cordeles y nudos de los quipucamayoc, “el Inka gobernaba todo el Imperio”.