Quipu policromo. Algodón, fibra de camélido y pelo humano. Probablemente, Wari (500 – 1000 d.C.), Costa Central Andina. Museo Banco Central de Reserva del Perú, N°3568. Fotografía, Denise Okuyamaguchi. Este quipu con solo Nudos Largos y sin ordenamiento decimal podría ser “narrativo”. Sus cordeles embarrilados con hilos teñidos y la ausencia de cordeles subsidiarios, apoyarían esta hipótesis. Es notable en este quipu el uso de pelo humano para fabricar la mayoría de sus cordeles.

Quipu “narrativo”. Algodón y fibra de camélido. Área Central Andina.  American Museum of Natural History, N° B-8705. Fotografía, cortesía del AMNH.

En este quipu, los nudos no están ordenados de manera decimal. Los Nudos Largos que representan unidades están atados por encima de los Nudos Simples que refieren a las potencias de 10 o 100.

Cadena de decisiones de carácter binario en la construcción de un quipu. Gráfica tomada de G. Urton.

Combinación de colores naturales en los hilados. Dibujo, José Pérez de Arce.

Dos formas de añadir color a los hilados. Dibujo, José Pérez de Arce.

Quipucamayoc con un quipu de cordeles multicolores, según interpretación del cronista español Martín de Murúa [1590].

Quipus y cuentos

Un tercio de los quipus que se conocen no cumplen con las normas propias del sistema de anotación numérico, ya sea porque los nudos son distintos o porque no se respeta el ordenamiento decimal en sus posiciones de valor. Junto con esto, los quipus presentan otras características que, aparentemente, no son parte del sistema numérico que hasta hoy se ha logrado descifrar. Estos antecedentes, junto a tempranos relatos históricos sobre estos artefactos, han hecho pensar que los quipus pueden haber servido para consignar algo más que simples cantidades, incluyendo otro tipo de categorías y relatos.

La dirección de la torsión y retorsión de los cordeles (SZ o ZS), la orientación en que éstos fueron fijados a la Cuerda Primaria (anverso y reverso) y la dirección en que se hicieron los nudos (derecha o izquierda), hacen posible almacenar información binaria, muy útil y acorde con la organización dual y en oposición que caracteriza a la sociedad Inka, que generalmente dividía cada comunidad en pares de a dos partes, el sexo de los individuos que eran registrados o las estaciones del año. El color de los cordeles, obtenido de la combinación de los distintos tonos naturales o teñidos de las materias primas, también puede haber servido para representar datos binarios, aunque según la información entregada por los cronistas españoles era utilizado para anotar conceptos más complejos. Así, el carmesí representaba al Inka, el amarillo al oro, el blanco a la plata, el rojo a los guerreros o el verde a los difuntos. En algunos relatos se dice que los quipus habrían servido, además, para registrar historias, canciones, poemas o genealogías, convirtiendo a este artefacto en un completo sistema de escritura. Para esta función, los diferentes colores agregados en los hilados de los cordeles, parecen haber brindado un sistema de codificación más complejo que aún no es posible comprender, especialmente por el esfuerzo que hicieron los inkas por esconder este estratégico sistema de almacenamiento de información de los invasores españoles.